¿Qué sucede cuando una bomba nuclear se acciona en el espacio?

Estados Unidos asegura que es posible que Rusia viole el tratado sobre el espacio ultraterrestre y lleve armas nucleares en sus naves. ¿Qué pasaría si las usara fuera de la Tierra?

bomba nuclear
Rusia amenaza con volver a las pruebas nucleares en el espacio.

En la Tierra, una explosión nuclear sigue una cronología catastrófica bien documentada. Primero, una bola de fuego cegadora, más caliente que el Sol, vaporiza todo en su radio, dejando solo cenizas y escombros. Segundo, una onda expansiva brutal, como un tsunami de aire, arrasa edificios, arranca árboles y lanza objetos a kilómetros de distancia.

Finalmente, la nube en forma de hongo, símbolo del horror nuclear, se eleva hacia el cielo, cargada de material radiactivo mortal. Esta lluvia invisible cae sobre la tierra, envenenando todo lo que toca, condenando a la vida a una muerte lenta.

En el espacio, esta cronología es bastante diferente. El apocalipsis es bastante silencioso, pero no por eso menos letal. En lugar de una onda expansiva que arrasa con todo a su paso, libera su furia en forma de radiación electromagnética, una ola invisible que viaja a la velocidad de la luz.

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Hongo característico de las explosiones nucleares en tierra

Victoria Samson, directora en jefe de seguridad y estabilidad espacial de Secure World Foundation, lo describe en una entrevista a Scientific American como un proceso en cuatro etapas:

  1. Destello cegador: un estallido de luz intensa que inutiliza al instante cualquier satélite dentro de su rango visual. La radiación golpea sus componentes electrónicos, dejándolos inoperables.
  2. Pulso electromagnético (EMP): un efecto dominó devastador. Los rayos X de la explosión colisionan con átomos en la atmósfera superior, liberando electrones que, junto a otras partículas cargadas, corren por las líneas del campo magnético de la Tierra. Esta corriente eléctrica masiva genera un pulso electromagnético que puede dañar o destruir dispositivos electrónicos en una amplia franja del planeta, tanto en tierra como en órbita.
  3. Auroras: la espectacular danza de auroras que se observa tras una explosión espacial es solo una parte de la historia. Esta exhibición de luces es causada por los electrones acelerados del EMP que chocan con la atmósfera.
  4. Cinturón de radiación que rodea la Tierra: la menos visible pero potencialmente más devastadora, la que deja un legado de muerte que perdura en el tiempo. La explosión nuclear crea un cinturón de Van Allen artificial, un anillo de partículas cargadas que queda atrapado en la órbita terrestre por su campo magnético. Estas partículas de alta energía, liberadas por la explosión, representan una amenaza constante para cualquier satélite que se atreva a entrar en su zona de influencia.

Y dependiendo de la ubicación y la intensidad de una explosión, las personas en la Estación Espacial Internacional (ISS), así como en el hábitat Tiangong de China, podrían estar en peligro. Un EMP desactivaría sistemas electrónicos críticos en estos puestos orbitales, dejando a sus tripulaciones mal equipadas para navegar a través de un campo minado de satélites muertos y a la deriva.

Pero, ¿qué tan seguros están los especialistas de que estas son las consecuencias de una explosión nuclear en el espacio? Mucho, porque ya sucedió hace 6 décadas y las consecuencias fueron alarmantes.

Starfish Prime

A las 11 de la noche del 8 de julio de 1962, un destello cegador iluminó el cielo de Hawái. Unos minutos después, las auroras cubrieron el cielo, primero en tonos amarillos y verdosos, luego de un inquietante rojo intenso.

Estados Unidos acababa de detonar, a unos 400 km de la superficie terrestre, una bomba termonuclear 100 veces más potente que la de Hiroshima. Fue lanzada con un misil desde el atolón Johnston, un territorio no incorporado de Estados Unidos entre las Islas Marshall y Hawái, y detonó a una altitud similar a la que se encuentran hoy la mayoría de los satélites modernos.

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Cielo de Hawái iluminado durante la prueba nuclear Starfish Prime, en 1962

Esta operación, llamada Starfish Prime, no fue la primera ni la última vez que Estados Unidos o la Unión Soviética probaron armas nucleares en el espacio. Hubo más de una docena de pruebas entre 1958 y 1962, pero ésta fue la más impactante.

La explosión generó una oleada de energía sobre el Océano Pacífico que apagó unas 300 farolas en la isla de Oahu y destruyó o dañó alrededor de un tercio de las dos docenas de satélites que entonces estaban en órbita. Los aviones experimentaron problemas eléctricos y se perdieron conexiones por radio.

“A las 09:00 GMT un flash blanco brillante surgió a través de las nubes, cambiando rápidamente a una bola verde de irradiación que se extendía en el cielo claro. De su superficie surgieron grandes extensiones blancas, asemejándose a nubes de cirroestratos, que se levantaron a 40 grados sobre el horizonte en unos arcos arrebatadores que daban vuelta hacia abajo hacia los polos y que desaparecían en segundos siendo sustituidos por cirros concéntricos espectaculares, como los anillos que se movían hacia fuera desde el centro de la explosión a enorme velocidad inicial, finalmente parando cuando el anillo exterior alcanzó 50 grados de altura. No desaparecieron, sino persistieron en un estado de calma congelada. Todo esto ocurrió, juzgaría, en el plazo de 45 segundos.

La luz verdosa empezó a volverse púrpura y comenzó a descolorarse en el centro de la explosión, un resplandor rojo brillante se comenzó a desarrollar en el horizonte en una dirección de 50 grados noreste y simultáneamente 50 grados al sudeste y hacia arriba, hasta que el cielo del este era un semicírculo rojo ardiente que se extendía 100 grados del norte al sur y hasta la mitad del cenit, que eclipsaba algunas de las estrellas menos brillantes. Esta situación, entremezclada con enormes arco iris blancos, persistió no menos de siete minutos".
Extracto del documento “A 'Quick Look' at the Technical Results of Starfish Prime", páginas 19-21

La detonación de Starfish pronto se volvió preocupación. Los científicos no estaban seguros de cuándo volvería todo a la normalidad. El cinturón de Van Allen seguía alterado, esto afectaba a las naves en el espacio y a las que iban a lanzarse. Incluso se temió por la misión Apollo, y se calculó que todos los astronautas absorberían una dosis extra de radiación de entre 20 y 16 rad (medida de radiación absorbida).

Las consecuencias de estas pruebas fueron tan impensadas, que poco tiempo después, en 1963, la Unión Soviética y Estados Unidos acordaron poner fin a los ensayos atómicos en la atmósfera, espacio exterior y bajo el agua. Para comprometerse, en 1967 se firmó el Tratado del espacio exterior, cuyo nombre completo es Tratado sobre los principios que deben regir las actividades de los Estados en la exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, que prohíbe a los estados partes del tratado la colocación de armas nucleares u otras armas de destrucción masiva en la órbita de la Tierra, su instalación en la luna o cualquier otro cuerpo celeste.


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