La Niña no se va, y podría ser más intensa durante primavera
Las últimas actualizaciones del pronóstico del ENOS extienden la posibilidad que La Niña se mantenga e intensifique durante la primavera e incluso durante los primeros meses del verano. ¿Qué acarrea esto para Chile?
Ya sabemos que la condición es crítica, en lo que respecta a reservas de agua, en gran parte de Chile producto de la baja cantidad de precipitaciones que se vienen registrando desde hace ya más de una década; un fenómeno que fue bautizado como megasequía por los grupos de investigación del país, y que incluso ha llegado al punto de ser rebautizado en los últimos años de hipersequía, dado que la condición no tiende a mejorar.
Y vemos que factores de más larga escala, a nivel climático, nos siguen jugando en contra. Este es el caso de La Niña, la fase fría de una condición oceánica y atmosférica conocida como el ENOS (El Niño - Oscilación del Sur), que genera en nuestro país una propensión a la disminución de las lluvias en una región que está siendo afectada por esta sequía extrema: la zona central.
El IRI (International Reseach Institute for Climate and Society), de la Universidad de Columbia, en su última actualización de la predicción de este fenómeno indica las posibilidades de mantención de este episodio, que comenzó en el trimestre julio-agosto-septiembre de 2021 y se extiende hasta el momento — aunque ya se vivió algo similar entre ese mismo trimestre de 2020 y hasta el trimestre abril-mayo-junio de 2021. Entre estos dos periodos La Niña, hubo una breve pausa, que prácticamente fue imperceptible a los ojos de quienes más sienten los efectos de la presencia de La Niña.
Según muestra la probabilidad de ocurrencia del pronóstico oficial del ENSO del IRI, en conjunto con el Climate Prediction Center (CPC) de la NOAA, La Niña no sólo se mantendría firme en estos meses de invierno, sino que su probabilidad de mantenerse durante primavera aumenta, e incluso podría extenderse hasta parte del verano del hemisferio sur.
¿Qué pasará con las lluvias en Chile?
La Niña no es el único fenómeno que influencia en el curso de las precipitaciones de nuestro país a lo largo del año. Existen varias otras teleconexiones y oscilaciones atmosféricas que afectan el régimen de precipitaciones a diferentes escalas de tiempo, como el caso de la Oscilación de Madden-Julian, la Oscilación Antártica, y también la mancha cálida del Pacífico suroccidental, cerca de Nueva Zelanda. Sin embargo, el ENSO tiene efectos extensamente reconocidos sobre los patrones de precipitaciones no sólo de Chile, sino que de varios lugares alrededor del mundo.
Así, la prolongación de La Niña en los próximos meses sólo tiende a agravar la compleja situación de escasez hídrica y de precipitaciones que vive Chile, conduciendo al país por el camino del temido racionamiento de agua, que afectará a todos los sectores: agricultura, industria, energía y sociedad en general, pueden ser los más comprometidos en un escenario de racionamiento hídrico.
Los pronósticos para el invierno ya no eran favorables, casi todos en consenso a una condición bien por debajo de lo normal, con relación a las lluvias que debieran caer en la zona central y parte del sur de Chile. Ahora, esta condición se ve exacerbada por un pronóstico del ENSO, que indica que esta condición fría de la aguas ecuatoriales del Pacífico se mantendría incluso hasta comienzos del 2023.
¿Qué dice la Organización Meteorológica Mundial?
La Organización Meteorológica Mundial (OMM) recalca que estos fenómenos de origen natural, como es el caso del ciclo de El Niño y La Niña, ahora se están produciendo en el contexto de cambio climático de origen antropogénico, lo que hace con que los fenómenos meteorológicos y climáticos extremos sean mucho más intensos, además de cambiar a nivel global la configuración de las temperaturas y precipitaciones características de cada estación de año.
El secretario general de la OMM, el profesor Pettei Taalas, afirmó que "el cambio climático producto de las acciones humanas incrementa los efectos de los fenómenos de origen natural como La Niña" y que además está influenciando cada vez más las condiciones meteorológicas a nivel mundial, provocando "una mayor intensidad en las olas de calor y sequías —y el riesgo conexo de incendios forestales—, así como de diluvios e inundaciones sin precedentes".
En este sentido, la OMM está apoyando la adaptación de las comunidades y trabajando para mejorar los servicios climáticos, para que así "todas las personas tengan acceso a los sistemas de alerta temprana en los próximos cinco años", y así se puedan tomar medidas pertinentes ante los efectos de los fenómenos extremos de tiempo y clima.
No hay reacción sin acción
Muchos de nosotros hemos vivido en carne propia el efecto del calentamiento global, recordando como remotamente los inviernos era lluviosos en nuestra infancia, y hoy no pasan de 100 mm de agua caída en algunos años. Sabemos que el problema no es apenas local, y las acciones para frenar la gran tasa de aumento de temperatura deben incluir las acciones personales, en el día a día, así como también acciones a nivel territorial por parte de todas las naciones.
Los informes del Panel Intergubernamental de Cambio Climático (IPCC) han sido tajantes en esto. No hay tiempo para continuar en conversas: las emisiones de gases de efecto invernadero —que aumentan el calentamiento global y aceleran el cambio del clima— tienen que ser detenidas, no reducidas ni frenadas, si queremos que el planeta y la humanidad tenga un futuro donde continuar.
Ya vemos los efectos del clima extremo: olas de frío extremamente intensas, tempestades cada vez más potentes y destructivas, olas de calor extraordinarias. ¿Queremos que esto continúe así, o queremos un lugar habitable para el futuro de nuestros hijos y nietos?