Torres de control de aeropuertos operadas remotamente aumentan en el mundo
La tecnología para el uso de torres de control remotas es cada vez más utilizada. Su uso permite operar un aeropuerto a decenas de kilómetros del lugar real, y aumentar la operatividad en casos de tiempo adverso.
El uso de torres de control remotas es un recurso que avanza rápido en la industria aeronáutica, y hoy en casi todos los continentes están funcionando, y en el caso de Europa se expande rápidamente. Básicamente se trata de que el control de tráfico aéreo se realiza desde ubicaciones sin observación visual directa del aeródromo. En algunos casos se encuentran dentro del mismo aeródromo, pero en otros están a más de 100 kilómetros del lugar operativo. Uno de sus beneficios es que permiten la operatividad aún con condiciones de baja visibilidad.
Según señala Tendencias Hoy, en el caso de Europa, se prevé que el tráfico aéreo aumentará un 50% en la próxima década, y los centros de control no dan abasto para gestionar el volumen de operaciones que crece cada año. Este año, cientos de vuelos tuvieron que ser cancelados por la dificultad para administrar la logística y el control. Es por eso que nuevas tecnologías avanzan rápidamente para lograr el control aéreo virtual.
Las primeras torres de control virtuales aparecieron a mediados de la década de los 70 en Japón en operaciones de pequeña escala, pero es con la tecnología actual que avanzan rápidamente. En el caso de Sudamérica, Brasil es el país que está trabajando sobre este tema, aunque en una fase inicial. En la mayoría de los casos, su uso se está apuntando para la operación de aeropuertos de pequeño a mediano porte.
Torres a más de 100 kilómetros del aeropuerto
Un caso emblemático es el de Reino Unido, uno de los países que más está avanzando con el uso de torres de control remotas. En Londres, el London City Airport es el aeropuerto más céntrico de la ciudad, muy cercano a la moderna zona de Canary Wharf, al norte del río Támesis. Pero allí las condiciones meteorológicas son adversas en muchas ocasiones. Según cuenta BBC, la torre de control del concurrido aeropuerto está a 120 kilómetros del lugar, en Swanwick, un pequeño pueblo situado en el sur de Inglaterra, cercano a Southampton. Allí se encuentra el Centro de Control de Tráfico Aéreo Nacional de Reino Unido (NATS, por su sigla en inglés).
De hecho este es el primer aeropuerto importante de Europa en ser controlado de forma remota, algo que en los próximos años podrá ocurrir en otros países de la región. Allí los controladores observan el tráfico aéreo a través de una pantallas conectadas a 14 cámaras de alta definición y sensores que les proporción una vista en 360 grados de las instalaciones. Toda esa información llega en tiempo real al centro de operaciones a 120 kilómetros del aeropuerto.
La empresa que gestiona este aeropuerto ha indicado a BBC que la inversión alcanzó los 670 millones de dólares, pero los beneficios a mediano y largo plazo son muy importantes, especialmente en la seguridad aeronáutica. Las 14 cámaras se sitúan en lo alto de una torre en el aeropuerto, y cuentan con Pan-tilt-zoom (PTZ), un sistema que permiten al usuario controlar el movimiento y la posición de las lentes de la cámara desde situaciones remotas en horizontal y vertical usando un navegador web o una aplicación de software, dando mucho más detalle que el ojo humano. A esa información se suman archivos sonoros, e imágenes de radar para poder interactuar con los pilotos.
Más países se suman a su uso
El sistema tiene subsistemas en paralelo, y una nueva tecnología para evitar ciberataques, algo que de todos modos ya podía dejar fuera de operaciones a las torres convencionales, permite generar imágenes en realidad aumentada sobre la que se puede interactuar con información superpuesta. La tecnología es sueca, que de hecho fue el primer país europeo en aplicar esta tecnología para los aeropuertos de Örnsköldsvik y Sundsvall. En el caso de Örnsköldsvik la torre se encuentra a 150 kilómetros del aeropuerto.
El caso más emblemático es el de Noruega, que ha ido más allá, al reunir todas las torres de control de hasta 32 aeropuertos del país en un solo lugar. El lugar elegido es la pequeña ciudad de Bodo que está ubicada al norte del círculo polar Ártico. Uno de los beneficios del uso de estas torres es que mejora la capacidad en situaciones meteorológicas adversas; facilita la fluidez en la operación y reducirá costes de infraestructuras y gastos de explotación.
Por cierto, este proceso está en una etapa de primer desarrollo en algunos países, mientras que en otros hay más resistencia a su aplicación. De momento la experiencia en operaciones de mayor escala se remiten a la experiencia de Reino Unido, aunque muchos creen que este sistema no será beneficioso para la operatividad de los grandes aeropuertos con grandes flujos de tráfico.