Árboles-botella: ¿adaptarse a la sequía o desaparecer?
Seguro que has visto embalses, aljibes y otras construcciones que se utilizan para almacenar el agua. Pero... ¿sabías que numerosas aldeas africanas usan los troncos de los baobabs como estanques? Aquí te contamos más.
La meseta de Mahafaly es un territorio inhóspito que se encuentra en el sur de Madagascar. El clima es muy duro, con el sol brillando intenso durante la mayor parte del año, mientras que las lluvias son en general escasas e irregulares, concentradas en una corta temporada húmeda. Nada parece indicar que existan comunidades humanas en este altiplano, aunque en sus confines encontramos algunas aldeas que se han adaptado a este medio tan hostil, aprovechando de forma sorprendente los recursos naturales existentes.
Debido a la aridez reinante durante la mayor parte del año, sólo en períodos concretos hay agua en la superficie que sea apta para las necesidades básicas. Entonces, ¿de dónde la obtienen? La respuesta es sorprendente: del interior de los baobabs, que en aldeas como Ampotaka funcionan como depósitos de agua.
Durante la temporada de lluvias, el agua se recoge y almacena en los troncos de los baobabs, que han sido perforados previamente. Los ejemplares más grandes pueden contener hasta 140.000 litros en su interior, y a pesar de esto, el árbol no muere porque su madera, que está compuesta mayormente por agua, no se pudre. Gracias a este sistema, numerosas aldeas de África y del Índico han podido sobrevivir durante muchas generaciones.
Los fascinantes baobabs son también conocidos como el "Árbol de la Vida" o "árbol botella", y no sólo proporcionan agua. También se obtienen fibras muy resistentes para elaborar cuerdas, su polen se usa como pegamento, las semillas se tuestan como granos de café, y de su fruto se obtiene el polvo de baobab. Desgraciadamente, en los últimos años varios baobabs milenarios han muerto como consecuencia de la sobreexplotación de los acuíferos, plagas y por los efectos del cambio climático.