¿Dónde llovió este verano? Superávit de calor y déficit de precipitaciones
Salvo las lluvias estivales de costumbre en el norte grande, el resto de Chile sufre las consecuencias de 14 años de sequía extrema. En lo que va de 2023, el déficit de precipitaciones en el país promedia un 51%. Aunque esto recién comienza.
El calor extremo barrió con varios récords durante el verano meteorológico 2023, el cual incluye lo sucedido en diciembre, enero y febrero. En Santiago se transformó en el más cálido desde que hay registros con una media de 31,5 °C desplazando el de 2020 que tuvo un promedio de 31,4 °C.
Lo anterior fue impulsado en gran medida por el febrero observado más ardiente en la capital de Chile con una temperatura máxima que promedió 32,6 °C, es decir, 3 °C por sobre la media histórica para este mes que llega a 29,5 grados Celsius.
No sólo Santiago padeció el febrero más sofocante, sino que también Chillán, Concepción, Temuco y Valdivia según los antecedentes de la Dirección Meteorológica de Chile (DMC). De hecho, la capital de la Región de Ñuble marcó la temperatura más alta en su bitácora durante el pasado mes con 41,6 °C.
Lluvias de verano
A la fecha son 101 las comunas que se encuentran bajo decreto de escasez hídrica en Chile, es decir, en dónde hay personas que no cuentan con el mínimo de agua para satisfacer sus necesidades básicas.
Y aunque las razones para que se encuentren en esta situación van desde la sobreexplotación del elemento hasta el sobreconsumo, lo cierto es que también tiene relación con la falta de precipitaciones que ya suma 14 años al debe en el país.
Este verano no ha sido la excepción, salvo en el altiplano que recibe las lluvias estivales provenientes de la Amazonía gracias al impulso de la alta presión de Bolivia. De hecho, las únicas regiones del país con superávit a la fecha son Arica y Parinacota, Tarapacá y Antofagasta.
14 años de sequía
Cerrados los primeros dos meses del año, el déficit de precipitaciones a nivel nacional 51%. Aunque vivimos el periodo menos lluvioso del año, lo cierto es que lo poco que debiera caer no lo ha hecho. Por ejemplo, Santiago debiera recibir un par de milímetros de agua durante este periodo, pero en 2023 ni siquiera ha recibido una llovizna.
En comparación con el verano 2022, hay cifras elocuentes como la de Temuco que a la misma fecha del año pasado había recibido 90 milímetros y esta vez suma apenas 10 mm, agudizando la crisis hídrica en la zona.
Lo mismo ocurre en gran parte del sur del país. En Valdivia acumulan 25 milímetros y el año anterior a igual fecha ya sumaban 64. En Puerto Montt suman 75 mm cuando en 2022 acumulaban más del doble con 153 milímetros.
Y lo mismo en la maltratada zona central. Por ejemplo, Concepción ha recibido un cuarto de las precipitaciones que llevaba en igual lapso del año pasado, lo mismo que Valparaíso y Curicó.
Es verdad, esto recién comienza y el egoísmo veraniego podría cambiar en los próximos meses para regalarnos una temporada con precipitaciones acordes a las cifras históricas y a las necesidades, porque urge que este otoño-invierno sea generoso para aliviar en parte las consecuencias de 14 años de sequía extrema.