El atún rojo: de ícono del sushi a símbolo de una crisis ambiental
Tras recuperarse del peligro de extinción, el "rey del sushi" enfrenta un nuevo desafío: el calentamiento global amenaza su hábitat y complica sus migraciones esenciales para sobrevivir
¿Quién diría que un pez tan codiciado como el atún rojo, estrella indiscutible de los platos de sushi más exclusivos, estuvo al borde de la extinción?
Gracias a rigurosos controles y medidas de conservación, esta especie logró dar un giro radical a su situación. Sin embargo, cuando parecía que la historia tenía un final feliz, un nuevo desafío apareció: el cambio climático.
El calentamiento global está alterando los océanos y obligando al atún rojo a buscar nuevos horizontes.
De la crisis a la recuperación
El atún rojo, con su carne rosada y su sabor intenso, ha sido durante décadas uno de los pescados más valorados en el mercado mundial. Sin embargo, la sobrepesca indiscriminada llevó a esta especie al borde del colapso.
Según datos del informe “Tras la pista del atún rojo” publicado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (WWF por sus siglas en inglés), a principios de la década de 2000, la sobrepesca, incentivada por la creciente demanda de sushi y sashimi, llevó las poblaciones de atún rojo a mínimos históricos. En 2010, la especie estaba al borde de la extinción.
Un proyecto clave fue la iniciativa de marcado electrónico de WWF, que desde 2008 ha permitido monitorear los movimientos de los atunes en el Mediterráneo y ajustar las políticas de conservación basadas en datos reales.
En 2021, la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) rebajó el estado del atún rojo del Atlántico de "en peligro" a "preocupación menor".
Aun así, el atún rojo del sur sigue figurando como especie "en peligro". Además, las estrictas cuotas de pesca han generado tensiones con las comunidades pesqueras locales, que han visto reducidas sus oportunidades.
A contracorriente del calentamiento global
El aumento de las temperaturas oceánicas amenaza con deshacer estos logros. Este pez de sangre caliente, acostumbrado a aguas más frías, se está viendo obligado a migrar hacia latitudes más altas en busca de condiciones más favorables.
El informe señala que algunas investigaciones han detectado que, al superar los 28 °C, el metabolismo del atún rojo juvenil se ralentiza, lo que afecta su crecimiento y supervivencia.
Además, los cambios en las rutas migratorias son evidentes. Estudios recientes muestran que los atunes se desplazan hacia aguas en el Mar del Norte o Islandia.
Este movimiento, impulsado por olas de calor marinas, podría alterar los ecosistemas y generar conflictos en pesquerías tradicionales, como las de anchoas y sardinas, donde los juveniles de atún podrían terminar como captura incidental.
La ciencia como esperanza
Para abordar estos desafíos, el mundo científico está utilizando herramientas innovadoras.
Por ejemplo, el análisis de los otolitos, unas estructuras óseas en el oído interno de los peces, permite reconstruir la historia de vida de un individuo y determinar las condiciones ambientales a las que estuvo expuesto.
La pregunta que surge es: ¿podrá el atún rojo adaptarse a estos cambios tan rápidos? Si bien esta especie ha demostrado una gran capacidad de resiliencia, el cambio climático representa un desafío sin precedentes.
El informe de WWF menciona algunas medidas que se pueden tomar para enfrentar esta problemática:
- Reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.
- Implementación de áreas marinas protegidas.
- Promover las prácticas pesqueras sostenibles.
El atún rojo es mucho más que un simple ingrediente de sushi. Es un indicador de la salud de los océanos y un recurso económico importante para muchas comunidades costeras.
Su supervivencia depende de nuestra capacidad para enfrentar el cambio climático y gestionar de manera sostenible los recursos marinos.
Fuentes y referencias de la noticia:
- Fondo Mundial para la Naturaleza. Tras la pista del atún rojo. Informe publicado en la web de la WWF.