El Niño podría regresar hacia el invierno de 2023
Después de casi tres años continuos bajo los efectos de La Niña, por primera vez los modelos muestran con claridad un cambio en el Océano Pacífico, que podría implicar la llegada de El Niño hacia el próximo invierno.
¡Sí!, luego de tres años, al fin vemos una posibilidad mayor de cambio de una condición La Niña hacia El Niño. Así lo indica el último pronóstico de IRI-Columbia sobre las condiciones de El Niño/Oscilación del Sur, el centro especializado en predicciones climáticas, que nos muestra algunos aspectos fundamentales para el próximo año.
Debido a que La Niña termina a fines del verano, sus efectos en nuestro país —como las temperaturas sobre lo normal y precipitaciones abundantes en el Altiplano— dejarán de percibirse. Hacia el otoño (marzo-abril-mayo), la condición neutral tiene una altísima probabilidad de ocurrencia (82%), lo que augura más incertidumbre para este periodo en lo que respecta a lluvias en Chile.
Sin embargo, las cosas se ven un poco más claras hacia el invierno de 2023. Durante el trimestre junio-julio-agosto, un 60% de los modelos indican que El Niño podría presentarse. En menor medida, un 37% de los modelos predicen una condición neutral y casi ninguno (solo el 3%) una condición de La Niña.
Estas son buenas noticias, ya que luego de varios años de sequía, así como también La Niña presente, podría ser un indicador de precipitaciones acumuladas mayores a las registradas los últimos inviernos.
De todas formas, hay que esperar un poco más para tener una predicción más certera. Los resultados de los modelos pueden cambiar con el paso de tiempo, por lo que se debe mantener un monitoreo mes a mes.
Un evento infrecuente: ¿El Niño en invierno ayudará a combatir la sequía?
La posible presencia de El Niño durante el próximo invierno es algo bastante infrecuente si consideramos las últimas dos décadas. En lo que va de este siglo, solo los inviernos de 2002, 2004, 2009 y 2015 han estado bajo la influencia de condiciones cálidas en el océano Pacífico. De estos inviernos, los tres primeros registraron precipitaciones normales o sobre lo normal en la zona centro-sur. La única excepción es 2015, que a pesar de registrar un gran evento de El Niño (apodado Godzilla), presentó condiciones de sequía bastante importantes en gran parte del país.
Así y todo, es sumamente importante que los próximos pronósticos continúen mostrando que El Niño se desarrolle justo antes o durante el trimestre de invierno. Si esta probabilidad se ve desplazada hacia la primavera, las chances de un invierno alejado de la megasequía se verán reducidas.
Cómo funcionan los modelos que pronostican El Niño
Los meteorólogos poseemos herramientas que nos permiten predecir el futuro con un grado alto de certeza. Estos se puede hacer gracias a los modelos climáticos, que "corren" dos veces por mes y simulan las condiciones atmosféricas y oceánicas desde hoy hasta un año en el futuro. Actualmente, existen cerca de 20 instituciones con diferentes modelos. Si bien un modelo por si solo no es suficiente, cuando tomamos el conjunto de ellos podemos obtener una mirada global con menos errores y mayor certidumbre.
Ahora bien, estas predicciones son buenas para lo primeros meses para variables como lluvia o temperatura, pero decaen rápidamente en asertividad más allá de un 3 o 4 meses. Esto nos permite adentrarnos en el futuro cercano, pero no lo suficiente como para predecir con exactitud cómo será el próximo invierno. Debido a esto, debemos usar una forma indirecta de predicción, a través de una variable que no es atmosférica, sino que oceánica: la temperatura superficial del mar (TSM).
¿De qué nos sirve saber el comportamiento futuro de la TSM? Resulta que esta variable es sumamente importante para el clima mundial. En particular, en el Océano Pacífico, los cambios de la TSM en la región ecuatorial se conoce como el fenómeno de El Niño y La Niña.
Actualmente, las anomalías frías de agua de mar (colores azules en la figura) denotan marcadamente la presencia de La Niña, afectando el clima de nuestro país los últimos 3 años casi de manera ininterrumpida.
Sin embargo, este fenómeno tiene sus días contados. Hace varios meses los modelos climáticos están prediciendo el fin de La Niña aproximadamente entre febrero y marzo de 2023.
Esto implica que, por primera vez en varios años, la situación oceánica cambiará radicalmente, lo que podría producir efectos en la atmósfera hacia el 2023 y, quizás, un tanto más favorables para las lluvias invernales.