Especies que florecen en otoño en Chile: Color y vida en la estación dorada
En otoño, cuando el paisaje se tiñe de dorado, algunas plantas sorprenden con su floración. Descubre cómo estas joyas naturales transforman el paisaje chileno.

El otoño en Chile suele asociarse a paisajes dorados y hojas caídas, pero en algunas zonas la naturaleza se vuelve aún más sorprendente. Con la llegada de las temperaturas frescas y la mayor humedad, ciertas plantas desafían lo convencional y florecen en esta estación, rompiendo con el típico ciclo primaveral.
Este fenómeno, aunque menos frecuente, genera un espectáculo visual único y aporta recursos vitales para la biodiversidad. La inesperada floración otoñal no solo embellece el entorno, sino que también ofrece una fuente alternativa de néctar para polinizadores, algo muy apreciado en la apicultura local.
Especies destacadas que iluminan el otoño en Chile
La floración en otoño es un fenómeno sorprendente en Chile, y se observa tanto en especies introducidas como en nativas. Aquí te presentamos un listado de aquellas que destacan por aportar belleza y vitalidad en esta temporada:
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Durillo (Viburnum tinus): este arbusto perenne es conocido por su resistencia y por ofrecer floraciones otoñales e invernales, lo que lo convierte en una de las pocas especies que aportan color en estos meses. Sus flores, agrupadas en inflorescencias compactas, son de color blanco o rosado pálido, con un leve aroma. Es una planta ornamental popular en jardines y parques debido a su facilidad de mantenimiento y su capacidad de atraer polinizadores en épocas donde escasean otras flores.
Arbutus unedo: popularmente llamado árbol de fresa, es originario del Mediterráneo y se ha introducido en Chile como ornamental. En otoño, sus flores de tonos blancos a rosados emergen con elegancia, seguidas por pequeños frutos que recuerdan a las fresas. Además de embellecer el paisaje, su floración atrae polinizadores y aves, aportando un valor ecológico extra y un aire exótico a entornos urbanos y rurales.

Bignonia (Pyrostegia venusta): la bignonia es una trepadora perenne, originaria del Cono Sur (principalmente de Brasil, Argentina y Uruguay), muy apreciada por su espectacular floración. Aunque tradicionalmente se le asocia a la floración invernal, en climas templados puede iniciar la exhibición de sus llamativas flores de tonos naranja y rojo a fines del otoño. Esta planta utiliza zarcillos para adherirse a muros, pérgolas u otras estructuras, lo que la hace ideal para proyectos de jardinería vertical.
Ulmo (Eucryphia cordifolia): el ulmo es un árbol nativo del sur de Chile, ampliamente valorado por su importancia en la apicultura. Sus flores blancas, grandes y fragantes, comienzan a aparecer en verano, pero en algunas zonas y bajo ciertas condiciones climáticas, pueden extenderse hasta inicios de otoño. Este árbol, que crece en bosques templados desde la Región del Maule hasta Aysén, es clave en la producción de miel de ulmo, conocida por sus propiedades antibacterianas y su sabor característico.
Fuchsia magellanica: la fucsia es un arbusto nativo del extremo sur de Chile y Argentina, que en condiciones óptimas puede comportarse también como trepadora o colgante. Su floración, que se extiende a lo largo del otoño y parte del invierno, destaca por sus pétalos en tonos rosa y púrpura, dispuestos en forma de campana. Es una planta resistente que se adapta bien a jardines con sustrato bien drenado y a zonas con exposición parcial a pleno sol. Su mantenimiento es sencillo, requiriendo riegos moderados y podas ligeras para fomentar una floración más abundante y controlar su forma.
Impacto en la biodiversidad y la apicultura
La floración otoñal no solo decora el entorno, sino que cumple un rol fundamental en el ecosistema. En una estación en la que la oferta de néctar suele ser limitada, estas flores emergentes proveen una fuente vital para las abejas y otros polinizadores.

Esto es especialmente importante para la apicultura, ya que una mayor disponibilidad de recursos en otoño ayuda a fortalecer las colonias, mejora la calidad de la miel y contribuye al ciclo de polinización de otros cultivos.
Además, el contraste de flores vibrantes contra el follaje dorado atrae a fotógrafos y amantes de la naturaleza, promoviendo la conservación de estas áreas verdes.