Estos son los cinco grandes domos de calor que ahogan el hemisferio norte
Intensas y aletargadas altas presiones cálidas casi que se han “estacionado” sobre amplias zonas llevando las temperaturas del aire, el suelo y el agua a niveles inauditos. Más que destacar los récords térmicos puntuales, aquí te explicamos el por qué.
Son cinco las zonas súper calientes en el hemisferio norte, las cinco altas presiones que sofocan la vida sobre la mitad norte del planeta batiendo récord de temperaturas del aire, del suelo y del agua.
¿Dónde están “instalados” específicamente estos cinco domos de calor que sofocan el hemisferio norte?
- sobre el Océano Pacífico norte;
- sobre América del Norte;
- sobre el sur de Europa y el norte de África;
- sobre Asia central;
- sobre Asia Oriental.
La radiación del Sol calienta a superficie del planeta. Al calentarse, ese aire cálido tiende a subir. Pero estas altas presiones ejercen tal peso que ese aire ardiente se ve obligado a descender otra vez a la superficie y al hacerlo se comprime recalentándose aún más.
Y así, por días y días secando el ambiente. Pero, ¿por qué se mueven tan lento?
Ya no son lo que eran
El debilitamiento de la corriente en chorro o jet stream, que históricamente mantuvo separados los aires fríos del Ártico de los cálidos del trópico, colabora en el lentísimo desplazamiento de estos domos o cúpulas de calor de oeste a este.
Por eso ciudades como Phoenix en Arizona, Estados Unidos, sumó 19 días consecutivos con temperaturas máximas superiores a 40 °C. Por eso, Argelia registró una mínima de 39,6 °C. Por eso, los registros superaron 50 °C a mil metros de altitud en Irán.
Podríamos llenar páginas con récords de térmicos, por ejemplo, con los 52,2 °C como nueva marca nacional en China que suma a Irán, Omán, México y Estados Unidos como el “club” de países que, por ahora, en lo que va de 2023 han superado los 50 °C a la sombra.
El agotamiento de estos potentes vientos planetarios permite que en los inviernos el frío extremo “escape” hacia zonas subtropicales y, en los veranos, que el calor inmisericorde alcance latitudes mayores.
Arden la tierra, el suelo y el agua
Altas presiones y debilitamiento del jet stream son sólo algunos de los factores en este escenario de emergencia climática, claro, en la naturaleza no existen los juegos individuales.
La acumulación extra de energía del océano está en su límite, por lo que se pierde la capacidad “ayudarnos” absorbiendo más. Por eso, la temperatura superficial promedio del mar en el mundo ha superado 21 °C, al menos, 4 °C por sobre lo que debiera. Arden el Caribe, el Mediterráneo, el Océano Índico, el centro del Pacífico y, especialmente, el Atlántico norte.
El Niño hace lo suyo aportando a este calentamiento general. También, la emisión de gases de efecto invernadero que continúa al alza como si nada pasara, especialmente, de parte de los países del norte que hoy padecen esta fiebre catastrófica.
Jamás, desde que el ser humano moderno habita esta Tierra, el planeta había sufrido una fiebre tan intensa. Y, lo peor, es que la única certeza que tenemos es que este verano será más fresco que aquellos que vendrán en el hemisferio norte.
Los impactos del calor extremo no sólo tienen relación con el bienestar de los seres humanos, sino que afectan toda la biodiversidad.