Fenómeno de La Niña sigue haciéndose esperar: la NOAA indica que aún hay posibilidad que se instale este verano
Más esperada que novia en su matrimonio, La Niña sigue retrasando su llegada al Pacífico. Los últimos pronósticos oficiales indican que hay más de 70% que arribe y se establezca durante los próximos meses.
La Niña del 2024 nos ha salido más que caprichosa y juguetona. Los pronósticos de los centros como la National Oceanic and Atmospheric Administration (NOAA) y el International Research Institute for Climate and Society (IRI), dedicados al estudio y proyección de este fenómeno que regula el clima a nivel continental, apuntaban que la transición de El Niño a La Niña sería mucho más rápida, y ella se establecería a comienzos del invierno austral pasado.
Sin embargo, luego de entrar en la segunda mitad del noviembre, con el año corriendo para culminar, La Niña aún permanece escondida y la condición neutra de las aguas del Pacífico ecuatorial sigue prevaleciendo, según indica el IRI, de la Universidad de Columbia, Estados Unidos.
Tanto El Niño como La Niña son parte de un ciclo de calentamiento y enfriamiento de las aguas tropicales del océano Pacífico, y que generan interacciones con relación a los fenómenos que ocurren en la atmósfera, y vice versa.
El Niño está asociado a un proceso de aumento de la temperaturas de la superficie del mar, en donde supera la anomalía de 1,5 ºC (con valores positivos, sobre el promedio). La niña, su contraparte, se asocia al enfriamiento de las aguas del océano Pacífico, por debajo de 1,5 ºC con respecto al promedio (anomalías negativas).
Junto con la variación de la temperatura del agua del mar se generan cambios en la circulación de los vientos y en el régimen de precipitaciones en la zona tropical ecuatorial, así como también en diferentes partes del mundo (teleconexiones).
El pronóstico oficial entregado por el Centro de Predicción Climática (CPC) de la NOAA hace pocos días atrás, indica que la probabilidad que La Niña se establezca en los meses veraniegos supera el 60%, concentrando una probabilidad más alta de ocurrencia entre el trimestre noviembre-diciembre-enero y diciembre-enero-febrero.
Según este último pronóstico del CPC NOAA, el enfriamiento de las aguas de la región ecuatorial del océano Pacífico, por debajo de 1,5 ºC respecto del promedio climatológico, tendría más posibilidades de presentarse entre diciembre de 2024 y enero de 2025.
Tanto el IRI como la NOAA coinciden en que esta Niña sería de muy corta duración, y la condición neutral retornaría rápidamente hacia el otoño 2025 —en caso que se confirme el enfriamiento de las aguas ecuatoriales. Por el momento, las condiciones neutrales dominan la región denominada Niño3.4, por lo que el estatus del sistema de alerta ENSO se mantiene en La Niña Watch.
¿La Niña nos dejará 'con los crespos hechos'?
Si consideramos la tendencia del cambio en el pronóstico, todo apunta a que nos quedaremos esperando la llegada de La Niña, y más ahora que sabemos que este 2024 podría ser el año más cálido de los registros de temperatura mundial, en medio de la fiebre de calentamiento global antrópico que padece el planeta.
Una temperatura más alta de la atmósfera frena el enfriamiento del océano, que lucha por retirar el excesivo calor que está presente en la atmósfera producto de la acumulación de gases de efecto invernadero.
El planeta es un sistema que busca el equilibrio, con la atmósfera, océanos, biósfera, criósfera y todos los demás sistemas existentes, interactuando entre ellos. No tenemos como no pensar que el calentamiento global está produciendo desequilibrios en lo que sucede en los océanos —de hecho los datos científicos nos muestran cómo los récords de calor también se están padeciendo en los océanos, con las consecuencias para el desarrollo de la vida marina que ello conlleva.
Lamentablemente, vemos día a día cómo las grandes naciones no dan su brazo a torcer, y el planeta sigue calentándose, llevando a todas las criaturas a sobrevivir bajo 'un Sol cada vez más ardiente' y océanos 'en ebullición'.
La rápida intensificación de las tormentas tropicales —que hemos visto en la actual temporada de huracanes— o las intensas lluvias que se han generado sobre Europa en las últimas semanas, son algunas de las acciones desesperadas del planeta por reestablecer el equilibrio, necesario para que la vida continúe en esta pequeña bola azul que gira alrededor del Sol, todo mientras la humanidad insiste en la depredación desmesurada del planeta.