Hay esperanza para la ranita del Loa: proyectos para salvar una especie en peligro crítico de extinción
La última campaña realizada en su hábitat natural permitió encontrar seis individuos y una larva de la especie que desde 2020 no era detectada. El trabajo ahora es lograr estrategias para recuperarla.
Un oasis en el desierto de Atacama, a más de 2.500 msnm, es el sector Las Vertientes, cerca de Calama, en la Región de Antofagasta. Solo allí, en un canal que no supera los 800 metros de extensión, vive la ranita del Loa (Telmatobius dankoi), un pequeño anfibio que está en peligro crítico de desaparecer.
La ranita de cuerpo aplanado vive en ambientes acuáticos y, a diferencia de otros anfibios, nunca sale del agua, por lo que la contaminación y la desecación de estos espacios, la tienen al borde de la extinción en su hábitat natural. En 2019, un equipo de científicos debió rescatar los ejemplares que encontraron en la zona, debido a la desecación de los cursos de agua, presumiblemente, por causa humana. De ellos, gran parte de los individuos fueron relocalizados en Ojo de Opache, una quebrada a unos 6 km de distancia, y 14 fueron llevados al Zoológico Nacional.
Desde 2020 que no se tenían noticias sobre la ranita en su hábitat natural, en Las Vertientes, cuyo curso de agua se fue recuperando tras la denuncia de 2019. Hasta que en enero de este año, una nueva campaña encabezada por investigadores de la Universidad de Chile encontró seis ranitas y una larva de la especie, lo que les da esperanza de recuperarla.
Marco Méndez, académico de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, lideró la campaña que encontró a la ranita. El biólogo especialista en anfibios, explica que por su concentración en una zona tan acotada es denominada una especie microendémica. Por los censos y seguimientos que se habían realizado a la ranita hace alrededor una década, se registraba una población de cerca de 600 individuos, que ha mermado tanto que la posibilidad de recuperación hoy depende de la intervención de los científicos.
“La ranita del Loa es estrictamente acuática, entonces si se seca ese lugar no pueden salir caminando a buscar otro. En el nuevo muestreo, realizado gracias a un Fondo Regional y al Centro de Ecología Aplicada y Sustentabilidad (CAPES), encontramos estos ejemplares en Las Vertientes, incluso una larva, lo que es una buena noticia, porque significa que los animales se quedaron ahí y se han podido mantener”, señala el investigador a Meteored.
Posibilidades de recuperación
Qué ocurrió en su hábitat que las dejó al borde de la extinción, todavía es materia de investigación, ya que tras la denuncia de 2019 el caso lo tomó la Fiscalía. Hoy, aunque no se ha recuperado el nivel de agua original, no ha llegado a ser tan bajo como entonces.
La estrategia para recuperar la especie, según cuenta Méndez, es realizar un seguimiento a los encontrados y evaluar si es posible repoblar. “Para eso tendríamos que usar como reproductores a los animales que están en el Zoológico que se recuperaron bastante bien”, indica. Pero antes es necesario confirmar que no estén emparentados para asegurar la diversidad genética.
“La idea sería tomar las larvas y repoblar con ellas, no con adultos. La pregunta al millón es dónde. Ojo de Opache se ve bien y Las Vertientes también podría ser ahora que encontramos estos nuevos ejemplares, pero es una pregunta muy a largo plazo”, asegura el biólogo.
Lo que se necesitará ahora son más fondos. Los proyectos actuales trabajando con la ranita del Loa están financiados por un Fondo de Desarrollo Regional (FNDR) y un fondo de emergencia de la Amphibian Survival Alliance (ASA). Y es un esfuerzo en el que además de la Universidad de Chile, trabaja la Universidad Andrés Bello y el Centro de Biodiversidad y Conservación de Calama (CENByC), apoyado por Codelco, mediante un convenio entre la Corporación de la Cultura y Turismo de Calama y la minera.
La otra estrategia de recuperación ex situ es la que ha logrado exitosamente el Zoológico Nacional, donde se siguen mejorando las condiciones para mantener a los rescatados que llegaron en 2019, de los cuales dos parejas de ranitas se reprodujeron, con lo que año pasado contaban con más de 200 individuos.