Hoy es el Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono
La capa de ozono muestra señales de lenta recuperación, por lo que hay todavía un largo camino por recorrer para su efectiva preservación y recuperación. En su Día Internacional, te contamos más sobre la capa que permite la vida en la Tierra.
Este 16 de septiembre, conmemoramos más un Día Internacional para la Preservación de la Capa de Ozono, día en que se destaca su importancia, y la necesidad urgente de preservarla.
Este día fue proclamado a través de la Resolución 49/114 adoptada en la Asamblea General de las Naciones Unidas, el 23 de enero de 1995, en medio de las conmemoraciones de la firma del Protocolo de Montreal que limita la emisión de substancias que debilitan la capa de ozono.
El ozono y la capa de ozono
El ozono es una molécula compuesta por tres átomos de oxígeno, que puede ser encontrado, principalmente, en dos regiones de la atmósfera: cerca del 90% de este gas se encuentra en la estratósfera —a una altitud de 15 a 50 km—, mientras que el restante se ubica más cercano a la superficie de la Tierra. Esta región con mayor concentración de ozono es la que conocemos como "Capa de Ozono".
La capa de ozono es una capa natural de gas que protege todos los sistemas biológicos absorbiendo parte de la radiación ultravioleta (UV) proveniente del Sol, formando un escudo protector invisible sobre el planeta, sin el cual la vida no sería posible como la conocemos.
Se sabe que las concentraciones atmosféricas de ozono varían naturalmente, dependiendo de la temperatura, clima, latitud y altitud, pudiendo ser igualmente afectadas por la liberación de substancias naturales o mixtas, como son las erupciones volcánicas o los incendios forestales.
Sin embargo, el debilitamiento observado en la capa de ozono era tal que no lograba sustentar la hipótesis que apenas fenómenos naturales eran los causadores del problema. Evidencias científicas revelaron que algunos productos químicos creados por la humanidad eran los verdaderos causadores de la reducción de la capa de ozono.
Vale destacar que la mayoría de las substancias que destruyen la capa de ozono son, también, potentes gases de efecto invernadero. Algunos de ellos logran tener un efecto de calentamiento global de hasta 14.000 veces más potente que el dióxido de carbono (CO2), considerado el principal gas de efecto invernadero.
Estas substancias destructoras de la capa de ozono fueron introducidas principalmente en la década de 1970, producto de la globalización y el consumismo desenfrenado. Fue también en esa década que un grupo de investigadores notó que esta capa atmosférica se encontraba en una fase de gran empobrecimiento.
Así, surgió la urgencia por reunir esfuerzos globales para regular la producción e utilización de ciertos productos químicos. De estos esfuerzos nació la firma conjunta del Protocolo de Montreal.
El Protocolo de Montreal
El Protocolo de Montreal es un acuerdo multilateral, firmado en septiembre de 1987, de adopción universal: 198 Estados Miembro de la ONU asumieron el compromiso de proteger la capa de ozono.
El acuerdo determinaba la aprobación de medidas para controlar la producción y consumo global de productos químicos perjudiciales a la capa de ozono, lo que resultó en la eliminación progresiva de ellos. Los más conocidos son los clorofluorocarbonos (CFC's), de uso masivo en la década de 1960 y posterior, presentes en los sistemas de aire acondicionado, latas de spray, espuma de poliestireno y productos de limpieza industrial. La principal metal del Protocolo de Montreal fue acabar con el uso de 15 tipos de CFC's.
Sin este consenso global, la humanidad habría trazado un camino sin retorno para la preservación de la capa de ozono, con todos los efectos que su destrucción significaría en la salud humana —aumento de ciertos tipos cánceres de piel— o en el medio ambiente —afectando ecosistemas, generando modificaciones en su crecimiento, en las cadenas alimentares y en los procesos biogeoquímicos.
Tendencias de evolución y perspectivas de futuro
Actualmente, la capa de ozono muestra señales de una lenta recuperación. Luego de más de tres décadas de disminución, la espesura de la capa de ozono está aumentando.
En un nuevo estudio publicado recientemente por la NOAA, se llegó a la conclusión de que las concentraciones globales de las substancias químicas dañinas para la capa de ozono disminuyeron un poco más de 50% en la estratósfera, para niveles observados en la década de los 1980. Según la agencia estadounidense, esta disminución "muestra un retroceso de la amenaza a la capa de ozono".
Para la NOAA, este avance "lento pero constante" se debe a la implantación de regulaciones internacionales y al acuerdo global para la imposición de restricciones sobre los productos químicos, como el Protocolo de Montreal.
Aunque en menor medida, también fue posible verificar una disminución de los valores máximos registrados en los años 1990, del orden del 26% sobre la Antártica, la región del planeta más vulnerable a este fenómeno. En 2021, el agujero de ozono tuvo un tamaño mayor al del continente antártico, pero la NOAA prevé que la capa de ozono en esa región antártica se puede recuperar hacia "mitad de la década del 2070".
No se prevé que la capa de ozono se recupere totalmente antes de la segunda mitad del siglo, dado que las substancias nocivas presentes en la atmósfera se mantendrán por muchos años causando daños.
El hecho es que la prohibición de los compuestos peligrosos está haciendo efectos, y su recuperación total "es esperada apenas tras las disminución sustentada del cloro y bromo presente en la atmósfera, en los próximos años, y el cumplimiento continuo de las restricciones de la producción y consumo descritas en el Protocolo de Montreal", según dijo la NOAA.
Aunque la capa de ozono haya perdido interés mediático en los últimos años, es cierto que todavía se encuentra bajo presión, avecinándose un largo camino a recorrer en su efectiva preservación y recuperación.
El Día Internacional de la Preservación de la Capa de Ozono, sirve no solo con el propósito de celebrar simbólicamente la fecha de la firma de tan importante acuerdo global, sino también para recordarnos su importancia para nuestras vidas que —cumpliendo con su papel protector del planeta y de los seres vivos de los efectos potencialmente devastadores de la radiación ultravioleta— nos permite preservar la vida.