Grave impacto en la economía de Asia por eventos meteorológicos extremos
En 2021, las inundaciones y tormentas causaron el mayor número de muertes y pérdidas económicas en Asia. El fortalecimiento de los sistemas de alerta temprana puede desempeñar un papel fundamental en la adopción de medidas anticipadas.
El informe "Estado del clima en Asia 2021" publicado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), indica que las pérdidas económicas por desastres naturales en 2021, comparadas al promedio de los últimos veinte años, están aumentando. Específicamente, el daño económico por sequía ha incrementado un 23% y por deslizamientos de tierra en un 147%, en comparación con el promedio 2001—2020.
En el año 2021, las inundaciones causaron las mayores pérdidas económicas en China, alcanzando los US$ 18.400 millones. Le sigue India con US$ 3.200 millones y Tailandia con US$ 600 millones.
Las tormentas también causaron importantes daños económicos. En India, la cifra se eleva a los US$ 4.400 millones, en China llega a los US$ 3.000 millones y en Japón a los US$ 2.000 millones.
Efectos del clima extremo sobre la economía
Si suponemos un aumento de la temperatura global de 1,5 ºC para finales del siglo XXI, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) estima que para el año 2030 el 2,2% del total de las horas de trabajo, se perderá debido al calor extremo. Dado que Asia tiene un rol como centro económico para la fabricación, el impacto de los eventos de calor extremo, impulsados por el calentamiento global, será significativamente perjudicial para las economías de la región. Como consecuencia, habrá implicancias en todo el mundo.
Por otra parte, una serie de fuertes inundaciones, provocadas por el exceso de lluvia, afectó a la provincia de Henan y las regiones autónomas de Mongolia. Lamentablemente, fallecieron 350 personas y muchas más fueron registradas como desaparecidas.
Estas intensas inundaciones generaron daños totales superiores a los US$ 16.500 millones, afectando a más de 14,5 millones de personas. Más de 30 mil casas se derrumbaron y casi 900 mil hectáreas de tierras agrícolas se vieron afectadas.
Entre finales de julio y comienzo de agosto de 2021, las lluvias torrenciales y posteriores inundaciones, dañaron viviendas y refugios en Yemen. Sumado a ello, se registró falla en dos represas y varias unidades hospitalarias suspendieron sus operaciones en Saná.
El día 7 enero de 2021, algunas zonas de Japón experimentaron un clima extremo que incluyó nevadas, temperaturas extremadamente bajas y fuertes vientos. Los informes preliminares del gobierno indicaron que las pérdidas económicas, asociadas a la agricultura, silvicultura y pesca, ascendieron a casi 12.000 millones de yenes japoneses.
La política como piedra angular
El Acuerdo de París (2015) identifica la adaptación como un desafío a nivel planetario. Esto incluye mejorar la capacidad de adaptación, fortalecer la resiliencia y reducir la vulnerabilidad al cambio climático. En 2022, el Sexto Informe de Evaluación del Panel Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), nos señala que la planificación e implementación de la adaptación continúa en crecimiento.
Respecto a los compromisos de reducción de emisiones de gases efecto invernadero (GEI), algunas Partes de Asia han fortalecido sus objetivos. Aunque queda mucho por hacer para mantener a la región, y al mundo, dentro del aumento de temperatura global de 1,5 °C.
La mayoría de las Partes destaca que sus áreas prioritarias de adaptación son: agua, agricultura, seguridad alimentaria, ecosistema, biodiversidad y salud. Más del 80% de las partes de Asia, han volcado sus contribuciones a los servicios climáticos.
Dentro del informe de la OMM, se destaca que un impulsor clave de la acción política es lograr los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) que componen la Agenda 2030. Sin embargo, hasta el momento, ninguno de los objetivos se ha logrado suficientemente.
Por ejemplo, el Objetivo 13 sobre "Acción Climática", continúa mostrando una tendencia inversa. Es decir, no hay avances suficientes en el logro de metas, como la relacionada al número de muertes, personas desaparecidas y afectadas directamente por los eventos meteorológicos extremos. Tampoco se registra un progreso sobre la adopción e implementación de estrategias naturales de la reducción de riesgo de desastres.