La temporada de huracanes en el Atlántico ha comenzado oficialmente
El pasado 1 de junio comenzó una nueva temporada de huracanes en la cuenca del Atlántico, a pesar de que, a finales de mayo, Ana ya hizo su aparición. Descubre varios datos interesantes en la siguiente nota.
La temporada de huracanes del Atlántico de 2021 comenzó oficialmente el pasado martes 1 de junio y se extenderá hasta finales de noviembre. Sin embargo, por séptima temporada consecutiva, la primera tormenta con nombre del año, ocurrió antes de que comenzara la temporada.
La tormenta tropical Ana se formó el 22 de mayo y se convirtió en la primera tormenta con nombre de la temporada de huracanes del Atlántico de 2021, junto a esto, la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA) pronostica una temporada superior al promedio.
Indicios precursores a la nueva temporada 2021
La cuenca del Atlántico cubre el área que incluye todo el Océano Atlántico, el Golfo de México y también el Mar Caribe. En las últimas semanas de mayo, la temperatura del agua del Océano Atlántico ya estaba mucho más cálida de lo normal.
Esto también incluye las temperaturas en la región tropical entre África y el Mar Caribe, donde generalmente ocurren las formaciones de ciclones tropicales. En este sector, las aguas cálidas del océano son la principal fuente de combustible para los ciclones tropicales, lo que sin duda es un factor importante para determinar que se aproximaba una nueva temporada de huracanes este año 2021.
Existe además, un aspecto bastante preocupante que se incluye en el pronóstico, los meteorólogos están apuntando a que existe una probabilidad muy alta, cercana al 70%, de que alguno de los huracanes de la temporada, toque tierra a lo largo de la costa de los EE. UU., esto se relaciona a lo vivido en la temporada anterior 2020, por lo que se prevé que esta sea peligrosa y muy activa en el Atlántico para este año.
A lo anterior, también sumamos que las temperaturas superficiales del océano están subiendo como consecuencia del calentamiento global. Esto le aporta más vapor a la atmósfera y también más energía, pudiendo hacer más potentes algunos sistemas atmosféricos. Desde hace unas décadas ya se ha observado cómo está aumentando el porcentaje de huracanes potentes, algo que puede explicarse en parte por este efecto.
Y, ¿por qué las tormentas reciben nombres?
Cada tormenta recibe un nombre especifico por tres motivos principales, el primero es para ayudar a la comunicación entre los pronosticadores durante la temporada de huracanes, para rastrear y proporcionar información sobre múltiples tormentas que podrían estar ocurriendo simultáneamente y, por otro lado, para el conocimiento público.
Por lo que la lista oficial el año 2020 se terminó, teniendo que utilizarse el alfabeto griego, llegando hasta la letra “iota”. Este hecho solo había ocurrido en la temporada del 2005, en otra intensa temporada de huracanes entre los que se encontraba el famoso Katrina.
La frenética temporada anterior hizo plantearse la idoneidad de emplear el alfabeto griego para nombrar a los huracanes si se terminaba la lista oficial, La retirada de los huracanes Eta e Iota, influyeron en la decisión de dejar de usar el alfabeto griego, ya que producía una cierta confusión, por lo que según el Comité de Huracanes, el uso futuro de estos nombres sería inapropiado.
De tal manera que, si se agota la lista ya asignada por el comité internacional de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) , se recurrirá a otra alternativa en la que podrían aparecer nombres como Adria, Jacobus o Will. Esta misma lista será utilizada nuevamente el 2027.
Algo de historia respecto a los nombramientos
En el año 1953 se comenzó a denominar a los huracanes con nombres de mujer, una práctica que tuvo su fin en 1978, cuando Roxcy Bolton (1926-2017), una activista estadounidense por los derechos civiles y feministas, se atrevió a desafiar al NOAA, promoviendo una campaña para cambiar la tendencia de los nombres de los huracanes e incluir también nombres masculinos.
En 1979, la OMM y NOAA, decidieron alternar nombres masculinos y femeninos, una práctica que todavía se sigue realizando.