Lo último sobre la Niña 2024: ¿qué ha pasado en el Pacífico ecuatorial en los últimos meses?
Los pronósticos climáticos siguen retrasando el establecimiento de La Niña, pero ¿existe algún fundamento observacional para esta predicción?, descubrámoslo a continuación.
Las últimas actualizaciones de los pronósticos climáticos para el fenómeno El Niño/La Niña volvieron a retrasar el establecimiento de La Niña, algo de lo que ya veníamos comentando en notas anteriores.
Pasamos de esperar el establecimiento de La Niña a comienzos del invierno austral, a tener sólo algo cercano al 40% de probabilidad durante el invierno, según la nueva actualización de IRI-CPC.
Al menos eso es lo que indican los modelos, que desde comienzo de año se han mostrado cada vez menos optimistas con respecto a La Niña. Esto debe tener algún fundamento observacional. Algo debe estar pasando en el Pacífico ecuatorial que ha hecho que los modelos bajen la probabilidad de La Niña.
Los últimos meses en el Pacífico
Si miramos la evolución de la temperatura superficial del mar (TSM) desde el peak del Niño a finales de 2023, en todas las regiones del Niño se vió un rápido descenso de la TSM. Entre enero y abril, la TSM en la región Niño 3.4 pasó de 2°C de anomalía a 0.8°C, una tasa de disminución de -0.4°C/mes. Desde abril a comienzo de julio, sin embargo, la disminución ha sido sólo de -0.2°C/mes, la mitad de rápida que antes.
Si miramos las últimas semanas, incluso el Pacífico parece haberse calentado, al menos en toda la porción oriental del Pacífico ecuatorial. Este calentamiento viene a frenar el enfriamiento que se venía registrando, y si bien no es sinónimo de que La Niña no se desarollará o que ahora el Pacífico se va a seguir calentando, sí es un indicativo de que algo ha sucedido en el enfriamiento.
Como ya podrán saber, el fenómeno El Niño-La Niña es mucho más que sólo un cambio de la TSM. La presión de superficie, en particular la Oscilación del Sur (SO), es muy importante también.
La SO pasó de estar en valores Niño (negativos en este caso) a mediados del año pasado a entrar en una fase de neutra y por un par de semanas positivo (tipo La Niña). Sin embargo, nunca se ha mostrado de manera estable en valores La Niña, fue solo un pequeño momento.
Al mirar las anomalías de presión a nivel del mar (SLP) se puede ver que sí ha habido un cambio. Las fuertes anomalías positivas que había a principios de año en la zona de Darwin (al norte de Australia) han desaparecido, dando lugares a valores normales de presión en la región. Sin embargo, es el Pacífico sur el que no parece haber cambiado mucho.
Cuando se establece La Niña, se espera que la presión en el Pacífico sur (alrededor de Tahití) aumente. Pero a juzgar por las anomalías observadas en los últimos meses, esto no ha ocurrido, al menos no de manera evidente. Otro punto en contra para el establecimiento de La Niña.
Por último, la Celda de Walker se suele intensificar en episodios La Niña: los alisios se vuelven más intensos, la convección aumenta en la zona de Indonesia y el viento en altura en la zona ecuatorial aumenta de magnitud (de dirección oeste). Muy pocos rasgos similares podemos ver hasta la fecha.
Luego del pulso frío que dio término definitivo de El Niño a comienzo de 2024 y un segundo pulso muy importante a comienzos de marzo (el que hizo que las pronósticos de La Niña fuesen muy optimistas) no se han observado nuevos pulsos fríos en el Pacífico ecuatorial.
Hasta acá, todas las observaciones concuerdan con lo que esperan los modelos: La Niña se hará esperar un poco más. Y si bien es muy difícil -sólo mirando estas anomalías- conocer la causa o la raíz de esta desaceleración, es importante hacer seguimiento de las observaciones y no sólo mirar los pronósticos basados en modelos climáticos.