¿Nos enfrentamos a una crisis de residuos tecnológicos? La ONU advierte del aumento de la chatarra electrónica

La huella tecnológica de la humanidad está alcanzando proporciones que pueden ser insostenibles a varios niveles.

Basura tecnológica
Hoy en día, los dispositivos electrónicos están diseñados para tener una vida útil limitada. Si no se hace nada, esta situación será cada vez más frecuente.

En una sociedad cada vez más tecnológica, la cantidad de residuos producidos en este ámbito está aumentando a nivel mundial y esto puede representar un problema de varias maneras. En 2022, el ser humano produjo aproximadamente 62 millones de toneladas de residuos electrónicos, lo que equivale a más de un millón y medio de camiones, con capacidad de 40 toneladas, llenos, que, alineados sobre el Ecuador, darían la vuelta al mundo.

Los segmentos más jóvenes de la población ya no pueden vivir sin equipos electrónicos.

La vida real ha sido progresivamente sustituida por la vida virtual y esto tiene un impacto en nuestros patrones de consumo. Así, cada año que pasa, producimos 2,6 millones de toneladas adicionales de residuos electrónicos. A este ritmo, para 2030 se espera que seamos capaces de producir más de 80 millones de toneladas de artículos que no tienen una segunda vida y no se pueden recuperar.

Causas y consecuencias

Los segmentos más jóvenes de la población ya no pueden vivir sin equipos electrónicos. Esta dependencia ha provocado un aumento significativo en el consumo de celulares, tablets, computadoras, televisores, audífonos, powerbanks, entre otros. Lo que sucede al mismo tiempo es que muchos de estos dispositivos no están diseñados para ser duraderos, sino para ser desechables.

Las powerbanks son útiles para quienes quieren ampliar la autonomía de su smartphone o tablet , ya sea en el día a día o en un viaje más largo.

La mala calidad de la producción encaja en el modelo consumista en el que se basan las economías occidentales. ¡Los productos menos duraderos son más baratos y los consumidores lo agradecen! Sin embargo, todo este ciclo termina siendo una amenaza continua y creciente para el medio ambiente.

Teléfonos móviles
Se calcula que en 2022 más de 5.300 millones de teléfonos móviles habrán acabado en la basura. Si se apilaran, tendrían más de 50.000 kilómetros de altura.

De hecho, se sabe que cada dispositivo, cada cable y cada batería que acaba en los vertederos representa un peligro tanto para la salud humana como para el medio ambiente. Desde el proceso de producción, pasando por la vida útil hasta el proceso de reutilización, las consecuencias sobre el agua, el suelo y los recursos son innegables.

Posibles soluciones: un largo camino por recorrer

Cualquier dispositivo electrónico, en fase de producción, consume una cantidad considerable de recursos, en particular metales y derivados del petróleo. La explotación de estos recursos provoca daños al paisaje y a la atmósfera, a través de las emisiones de dióxido de carbono.

Según la Agencia Portuguesa de Medio Ambiente, "la legislación sobre residuos actúa para impedir su producción y gestión sostenible, buscando evitar y minimizar los impactos negativos sobre la salud pública y el medio ambiente".

Además, cada país ha implementado un impuesto tecnológico que por sí solo no garantiza que los artículos electrónicos se reciclen y reutilicen correctamente. Por tanto, queda un largo camino por recorrer para garantizar una reducción de la producción de residuos. Por un lado, lograr que exista una legislación efectiva que garantice la producción de dispositivos con una mayor vida útil y, por otro, reclamar un consumo más responsable, podrían ser dos estrategias a aplicar en el futuro.

Además de los residuos físicos cada vez más visibles (millones de toneladas), existen residuos “invisibles” que consisten en datos de todos los dispositivos, como fotografías, mensajes y correos electrónicos, que son responsables de considerables emisiones de CO2 anualmente. Internet es la décima industria que más emisiones de carbono genera, por delante de la industria de la aviación, por ejemplo.

Las bases de datos son difíciles de mantener ya que se estima que consumen el 2 % de la energía mundial. La huella digital tiene, por tanto, una dimensión tangible y una intangible, ambas extremadamente importantes en este análisis. Tomar medidas es importante y puede implicar la implementación de medidas más efectivas dentro del alcance de las políticas de gestión de residuos.