Padres bajo la lupa de sus hijos en la batalla del cambio climático
La mirada de los hijos e hijas influye de forma determinante en las acciones y las decisiones de los padres, incluso en la lucha contra el cambio climático. Un estudio demuestra científicamente esta hipótesis. Te lo contamos a continuación.
Hoy vivimos en un mundo pensado por adultos, pero quienes tienen hijos pueden estar de acuerdo conmigo que la mirada de los niños y niñas influye de forma relevante en las acciones y decisiones de los padres; lo vivimos diariamente, incluso en temas relacionados con el cambio climático.
Ante esta hipótesis, un grupo de investigadores de la Universidad de Exeter, en el Reino Unido, ha estudiado a través de un curioso experimento desarrollado en Austria, si los padres son más conscientes de la necesidad de actuar contra el calentamiento global si están siendo observados por sus hijos.
Basándose en que las personas con hijos están genéticamente emparentadas con la próxima generación y que tienen una responsabilidad para cuidar el bienestar de sus hijos, los científicos predijeron que los padres probablemente participarían en acciones climáticas voluntarias al ser observados por su descendencia, más que si las miradas procedieran de otros observados.
El estudio, llamado 'Acción climática para (mis) hijos', analizó las decisiones de 368 padres y madres, pagando 69 euros a cada uno, y les preguntaron qué parte de ese dinero preferían quedarse y cuánto invertirían en un plan de forestación local para plantar nuevos árboles eficientes para el clima de la zona.
Más datos y resultados
Primero, los participantes recibieron información detallada sobre el experimento y el papel de los árboles en la reducción de las emisiones de CO2. Se les dijo que podían comprar una cierta cantidad de árboles y cualquier dinero que no se invirtiera en árboles se les pagaría en efectivo al final del experimento.
Los participantes fueron divididos aleatoriamente en cuatro grupos:
- Padres observados por sus hijos.
- Padres observados por niños que no conocían.
- Padres observados por otros adultos.
- Padres no observados.
Se encontró que más de dos tercios de los padres decidieron invertir la suma total en forestación, pero también hubo diferencias entre los diferentes grupos.
Los padres observados por sus propios hijos optaron por plantar un promedio de 39,6 árboles, mientras que aquellos que no fueron observados por nadie plantaron una media de 37,1 árboles, una diferencia del 7%. Los padres observados por niños que no eran sus hijos optaron por plantar 38,2 árboles como promedio.
Con estos datos concluyeron que, los padres invirtieron más cuando fueron observados por su propio hijo que cuando son observados por un niño extraño u otro adulto.
Pensamos en las futuras generaciones
Oliver Hauser, profesor asociado de economía en la Escuela de Negocios de la Universidad de Exeter y autor del estudio junto a Helena Fornwagner, dijo que los hijos dan a los padres “una conexión con el futuro”. “La presencia de los hijos durante una decisión, recuerda a los padres su responsabilidad para con ellos y los beneficios de invertir en su futuro”.
Mediante los resultados, descubrieron que los participantes que habían completado sus estudios optaron por plantar más árboles que aquellos con educación incompleta.
Los investigadores también pidieron llenar una encuesta para establecer su grado de escepticismo sobre el cambio climático y descubrieron que aquellos con cierto grado de escepticismo no eran más propensos a invertir en la acción climática cuando su propio hijo los estaba observando, pero sí estaban más inclinados a destinar dinero a ello, cuando un niño sin parentesco u otro adulto estaba mirando.
“Esto sugiere que la presión social para invertir en estrategias de mitigación del clima puede ser mejor aplicada a este grupo escéptico, por personas que no son parte de su grupo más cercano”, detalló Hauser.
Por último, este estudio fue pensado además para acercar la información a responsables gubernamentales que estén interesados en diseñar programas para fomentar la acción climática individual con el fin de mantener los bienes públicos para generaciones futuras.