Producción mundial de tomate bajo amenaza por causa del clima extremo
Alguna vez has preparado un rico completo, o un exquisito tomaticán, o tal vez un buen pebre sin uno de sus ingredientes principales, ¿el tomate? No es lo mismo, ¿no? Pues bien, puede que esta fruta a futuro ya no la volvamos a obtener, debido a los efectos climáticos.
Los fenómenos atmosféricos cada día están siendo más intensos y elocuentes debido al cambio climático: más huracanes, lluvias intensas de corto período, sequías extremas, grandes inundaciones; muchas veces con graves consecuencias, provocando muertes, migración, extinción de diferentes especies y afectando directamente en la producción primaria, es decir, a la ganadería, la agricultura y la pesca, lo que por supuesto es una amenaza en la disponibilidad de alimentos a nivel mundial.
Desde ese aspecto, uno de los cultivos seriamente amenazado es la producción del tomate. Las intensas olas de calor, la sequía, el frío extremo y las plagas están amenazando seriamente esta especie en todo el mundo.
Un caso en el verano 2021 en EEUU
Un ejemplo claro se pudo demostrar el verano recién pasado en el Valle Central de California, en Estados Unidos, donde una intensa ola de calor superó por varios días los 37 °C, provocando un desastre.
Muchos agricultores habían recién cosechado sus tomates cuando el calor extremo llegó. A pesar de que no son plantas tan delicadas, no están preparadas para cambios tan extremos, sobre todo en su primera etapa de crecimiento.
El intenso calor les produjo estrés, lo que hizo que sus flores se marchitaran, y las que ya habían sido polinizadas se cayeron y no produjeron tomates. Cabe destacar que California cultiva el 90% de los tomates conserveros del país, que difieren en salsa y kétchup y es el segundo producto más valioso de exportación.
La ola de calor de 2021 tuvo graves consecuencias al terminar la temporada, los productores de todo el estado de California obtuvieron un 10% menos de la cosecha esperada.
Otros efectos que dañan al tomate relacionado con el cambio climático
Cuando los cultivos se desarrollan al aire libre se presenta una multitud de situaciones de estrés. La mayor parte de ellas se mantiene durante un corto período de tiempo, pero frecuentemente se dan varios a la vez.
Por ejemplo, cuando la temperatura es superior a 35 °C puede producirse una situación de estrés por alta temperatura y esto aumenta si además existe déficit hídrico, de absorción de nutrientes por la raíz y desequilibrios hormonales que pueden complicarse con vientos fuertes, aguas de mala calidad, etc.
La escasez de agua, y los inviernos menos lluviosos, también permiten que las plagas y otras enfermedades se apoderen de los campos de cultivo.
Qué ocurre en Chile
El tomate es una de las frutas más importantes para el consumo humano. Los mayores productores son China, India, Estados Unidos y Turquía. En Chile el tomate ocupa la tercera posición, después de la lechuga y el choclo. Su cultivo se concentra en la Región de Arica y Parinacota, y entre las regiones de Valparaíso y el Maule, de la zona central.
En este último tramo la producción ha ido disminuyendo significativamente por factores ambientales, como salinidad, algunas plagas, la escasez hídrica y una megasequía de más de 13 años, lo cual se ha visto acentuado por el cambio climático.
Todo esto repercute directamente tanto en la productividad como en la calidad general del fruto de tomate. En Chile se ha intentado contrarrestar esta pérdida de producción, buscando alternativas para mitigar el cambio climático.
El Instituto de Investigaciones Agropecuarias (INIA) está trabajando en la fabricación de portainjertos para aumentar la tolerancia tanto al estrés causado por enfermedades y al causado por déficit hídrico y salinidad. Este método sería una buena medida como alternativa ecológica y sustentable para que el tomate en nuestro país no desaparezca.
Como vemos, la salud del tomate se ve afectada no sólo por el impacto directo del cambio climático, como el calor, sino también por efectos indirectos como la sequía y las enfermedades.