Científicos resuelven el misterio de los agujeros en el fondo marino que parecen haber sido hechos por un "pogo-stick"
El verano boreal pasado, durante una expedición en las frías aguas del mar de Bering, un equipo de científicos detectó unas extrañas líneas de agujeros en el lecho marino. Pero no sabían quién -o qué- los había creado.
Científicos del buque de investigación alemán Sonne se propusieron encontrar pistas. Analizaron varios cientos de imágenes tomadas por una cámara remolcada por el fondo marino. Las imágenes revelaron hileras de agujeros ovalados, cada uno de unos dos o tres centímetros de largo, como si algo hubiera utilizado un "pogo-stick" en el lecho marino. El misterio permaneció, hasta ahora.
El descubrimiento se produjo por casualidad. Varios animales fueron observados en las proximidades y empezaron a sospechar. "La mayoría de las cosas eran fáciles de descartar", explica Julia Sigwart, del Instituto de Investigación Senckenberg y el Museo de Historia Natural de Frankfurt. Los agujeros eran demasiado pequeños para ser de erizos de mar y no tenían la forma adecuada para ser madrigueras de gusanos.
El sospechoso principal
Fue entonces cuando uno de los miembros del equipo, Angelika Brandt, también del Museo Senckenberg, se fijó en algo: un pequeño crustáceo. Brandt cogió un disco externo y mostró a todos un vídeo que había filmado hace 40 años por un colega.
El crustáceo era un anfípodo —pariente de los saltamontes que viven en la playa— de la Antártida, filmado en cautividad excavando una madriguera en la arena de su acuario. Utilizando sus enormes apéndices delanteros, sacaba cuidadosamente arena de un agujero y la amontonaba en un montón organizado, sin dejar que se deslizara.
El anfípodo antártico era muy parecido al que Brandt avistó en el mar de Bering: "Cuando vi al animal sentado en aquel agujero, fue un auténtico déjà vu", dijo.
¿Para qué sirven estas madrigueras?
Los anfípodos del mar de Bering aún no han sido captados haciendo los agujeros, pero Brandt y sus colegas piensan que probablemente se alimentan de sedimentos en capas del fondo marino ricas en nutrientes y excavan túneles a medida que avanzan.
Si se parecen en algo a sus primos antárticos, estos crustáceos de 2 cm de longitud también pueden utilizar madrigueras para reproducirse. Las hembras de anfípodos tienen bolsas donde crían a sus hijos. Tras la eclosión, las larvas no se alejan flotando como muchas criaturas marinas, y pueden permanecer en las madrigueras de sus padres durante semanas o incluso meses.
Las madrigueras son importantes no sólo para los propios anfípodos, sino también porque crean nichos para otras especies y son importantes para la biodiversidad de las llanuras abisales. Este descubrimiento ha dado esperanzas a los científicos de poder avanzar en el descubrimiento de muchas otras misteriosas huellas en el lodo del fondo oceánico.