¿Son las desaladoras una alternativa sostenible a la sequía?
Las desaladoras, plantas que convierten agua salada en potable, son una solución clave para combatir la escasez de agua en regiones áridas, pero su sostenibilidad plantea desafíos ambientales y económicos.
Las desaladoras, son instalaciones diseñadas para eliminar la sal y otras impurezas del agua del mar o de fuentes salobres para convertirla en agua potable o utilizable para fines industriales o agrícolas.
Son zonas de transición entre las aguas dulces y las saladas del mar. Gracias a sus características únicas son ecosistemas muy importantes y altamente productivos y también con beneficios para el cuerpo humano.
Son capaces de producir grandes volúmenes de agua potable a partir de agua de mar, lo que ayuda a diversificar las fuentes de agua en áreas con escasez hídrica.
¿Cómo funciona una desaladora? ¿Es sostenible?
Es aquí donde está el gran problema de este tipo de plantas de potabilización de agua para uso de boca o para uso agrícola o industrial.
En primer lugar, las desaladoras requieren una gran cantidad de energía (3 kWh/m³) para llevar a cabo el proceso correspondiente. La tecnología actual utiliza principalmente la ósmosis inversa, que es un proceso energéticamente intensivo.
Esto implica un alto consumo de combustibles fósiles, lo que genera emisiones de gases de efecto invernadero y contribuye al cambio climático. Además, el proceso de desalinización produce salmuera como subproducto, que generalmente se vierte en el océano.
Esto puede tener un impacto negativo en los ecosistemas marinos locales, ya que la salmuera tiene una alta concentración de sal y puede afectar el equilibrio salino y la vida acuática.
Una sustancia producida en el proceso de desalinización del agua del mar. Es sal concentrada y su vertido de una manera acelerada y en cantidades grandes daña al ecosistema marino.
Además, la construcción y operación de desaladoras, pueden tener un elevado costo económico. A su vez, gastos asociados con la infraestructura, el mantenimiento y la gestión de las plantas desalinizadoras pueden ser prohibitivos para muchas regiones, especialmente aquellas con recursos financieros limitados.
Entonces, ¿es una alternativa real?
En resumen, si bien las desaladoras pueden proporcionar agua potable en áreas afectadas por la sequía, no se consideran una solución sostenible a largo plazo debido a su alto consumo de energía, impacto ambiental y costos económicos.
A pesar de estas dificultades, se han vuelto cada vez más comunes en muchas partes del mundo, pero gran cantidad de ellas, están en muchos casos, no al 100%. En países como Israel, Arabia Saudita, Emiratos Árabes Unidos, España, Australia, Estados Unidos, Chile, entre otros, son parte de estrategias integrales para el abastecimiento de agua.
La gestión integral y sostenible del agua, junto con la implementación de medidas de conservación, son fundamentales para abordar los desafíos de la sequía de manera más sostenible.