SOS planeta: Día Internacional contra el Cambio Climático
Después de un siglo y medio de industrialización, deforestación y agricultura a gran escala, el planeta pide un respiro. Nuestra huella de emisiones se define por la manera en que vivimos, lo que consumimos. Se asume un gran riesgo si no se actúa en tiempo: el cambio climático no se va a pausar.
Cada día el planeta envía nuevos mensajes de alerta: períodos más largos de sequía, incrementos del nivel del mar, pérdida de biodiversidad, tormentas más intensas. ¿Y cuál es la causa de todo esto? La acción humana ha sido el detonante para que un proceso natural que se produce desde hace milenios se vea fortalecido en el último siglo y medio. El elevado consumo energético proveniente de fuentes fósiles, la deforestación y la agricultura insostenible, son algunas de las acciones del hombre que están poniendo en riesgo el futuro de la humanidad.
El 24 de octubre es el Día Internacional Contra el Cambio Climático. Su intención es clara: alertar sobre el peligro inminente del calentamiento global y movilizar a millones de personas en busca de alternativas verdes y promover la conciencia ambiental.
Situaciones críticas globales
Nos enfrentamos al mayor desafío de estos tiempos: el cambio climático. El 2019 fue el segundo año más caluroso, solo superado por el 2016, y marcó el final de la década con mayores temperaturas de las que se tiene registro. Según la Organización Meteorológica Mundial (OMM), el año y la década que acabamos de dejar atrás se han caracterizado por el retroceso de los hielos, un nivel del mar sin precedentes, la acidificación de los océanos y el incremento de su contenido calorífico, además de fenómenos meteorológicos extremos.
Uno de los lugares más vulnerables del mundo al cambio climático es el Corredor Seco de Centroamérica y las zonas áridas de República Dominicana, donde millones de personas sufren de inseguridad alimentaria por las sequías prolongadas. El sector más pobre de la población depende de la agricultura y se ve afectado por la degradación ambiental.
Actualmente en el Mediterráneo se vierten más de 730 toneladas de desechos plásticos. El Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) señala que estos daños ambientales en la cuenca mediterránea son irreversibles. La cuenca se está calentando un 20% más rápido que el promedio mundial. El 15% de las muertes en la región son por factores ambientales prevenibles.
Respuestas a la emergencia
Año tras año se celebra una cumbre protagonizada por el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático de la ONU (IPCC) donde buscan llegar a acuerdos sobre las acciones climáticas por cumplir para alcanzar objetivos de reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI). En particular, en el Acuerdo de París (2015) se planteó el compromiso de no sobrepasar el incremento de temperatura media global de 1,5°C en este siglo.
Como parte de los acuerdos más recientes, la transición verde de la energía para la descarbonización del planeta es clave; además se promueven empleos verdes y crecimiento sostenible, economía verde y sobre todo cooperación internacional. La mayoría de estos actores apuntan a una economía de cero emisiones de carbono para 2050 (campaña Race to Zero de la ONU), siendo este reto parte de las acciones ambiciosas para enfrentar la crisis de cambio climático.
Teniendo en cuenta que la mitad límite de dióxido de carbono se había ya alcanzado en 2011, y además que se han rebasado algunos puntos de inflexión que dan lugar a cambios irreversibles en ecosistemas, las ansiadas acciones de mitigación y adaptación al cambio climático se ven lejos de alcance.
Por otro lado, existen acciones concretas que han impulsado algunos países como Suecia, con una iniciativa muy curiosa. Ellos pueden contabilizar sus emisiones con una tarjeta de crédito que limita el impacto climático de nuestros consumos, hasta llegar a un límite y bloquearse. Esto indica que nuestra mayor huella se ve en el consumo excesivo. Asimismo, a gran escala, la huella de carbono de los países depende de la actividad principal de su economía: evidentemente las que se basan en campo e industria pesada, en general tienen mayores incidencias climáticas que las de servicios.
Covid-19: ¿alivio al calentamiento?
Definitivamente no. Se estima que las emisiones de GEI desciendan alrededor de un 6%, por la restricción del movimiento y las recesiones económicas, pero esto es solo una mejora temporal. Los niveles de dióxido de carbono persisten en la atmósfera por largos períodos, además se espera que cuando la economía se recupere comiencen a subir nuevamente los niveles de emisiones.
Es probable que este año la temperatura de amplias zonas terrestres del hemisferio norte supere en más de 0,8°C el valor de la media del período 1981-2010. Además, podría calentarse el Ártico más del doble que la media mundial. Se puede también dar que en muchas partes de América del Sur, África meridional y Australia las condiciones sean más secas que en el pasado reciente.
Si no escuchamos las llamadas de alerta que nos hace nuestro planeta difícilmente habrá un futuro para la humanidad. Concientizar sobre esta emergencia es deber de todos. Unamos fuerzas para impulsar acciones que permitan mitigar las causas del cambio climático: usar paneles solares, limpiar una playa o crear un grupo de manualidades recicladas en tu comunidad pueden ser pequeños pasos. Aún estamos a tiempo para lograrlo.