Abejorros pesimistas: el estrés cambia cómo buscan flores
Investigadores descubren que, ante amenazas, estos insectos adoptan una visión negativa de su entorno, reduciendo su búsqueda de recompensas y afectando su capacidad para polinizar eficientemente

No solo los humanos cargamos con días malos. Los abejorros, esos peludos insectos voladores que suelen visitar nuestras flores en primavera, también pueden deprimirse.
Un reciente estudio publicado en Proceedings of the Royal Society B revela que cuando sufren estrés, dejan de esperar lo mejor de la vida…literalmente. ¿Qué significa esto para ellos y para el equilibrio de nuestros ecosistemas?
Un juicio nublado por el estrés
Para desentrañar los efectos del estrés en los abejorros, un grupo de investigación de la Universidad de Newcastle diseñó un experimento que podría considerarse un "reality show" para insectos.
Una vez que aprendieron a reconocer cuál color significaba "comida rica" y cuál no tanto, se introdujo el factor estrés.
La mitad de los insectos fueron agitados o atrapados brevemente por una esponja mecánica simulando un ataque, mientras el resto no sufrió intervención.
Acerca de estos resultados, Olga Procenko, líder del estudio, explicó en un comunicado de la Universidad de Newcastle que “al igual que otros animales, incluidos los humanos, las abejas pueden experimentar estados similares a las emociones cuando están estresadas, como lo demuestra un claro cambio hacia el pesimismo".
Abejorros versus abejas, ¿son lo mismo?
Aunque a veces usamos “abeja” como término genérico, los abejorros (género Bombus) son primos lejanos de las abejas melíferas (Apis mellifera).
Ambos pertenecen a la familia Apidae, pero se diferencian en muchos aspectos: los abejorros son más robustos, tienen cuerpos cubiertos de pelo denso, y suelen hacer menos miel.

Pero lo más importante es que también son grandes polinizadores. Su zumbido es más fuerte, y gracias a una técnica llamada “polinización por vibración” pueden liberar polen de flores que otras abejas no logran fecundar.
Por eso, cualquier alteración en su comportamiento, como una pérdida de confianza en las recompensas florales, podría tener implicancias ecológicas importantes.
El vaso medio vacío
La idea de que un insecto pueda tener algo parecido a una emoción puede sonar extraña, pero cada vez hay más evidencia de que el comportamiento animal es más complejo de lo que pensábamos.
Olga Procenko, líder del estudio.
El estudio explica que, si bien no se puede afirmar que los insectos “sienten” en el sentido humano del término, sí presentan reacciones conductuales consistentes que nos permiten trazar paralelos.
Quizás la próxima vez que veamos a un abejorro revolotear indeciso entre las flores, podamos imaginar que está sopesando sus opciones con una pizca de duda.
Porque incluso la naturaleza titubea cuando el estrés deja de ser humano y se vuelve universal.
Fuentes y referencias de la noticia:
- Procenko O. et al. (2024). Physically stressed bees expect less reward in an active choice judgement bias test. Proceedings of the Royal Society B.
- Universidad de Newcastle. (2024). Stressed bees lack a buzz in life. Publicado en la sección de noticias de la institución.