Atardeceres rojizos y anaranjados: un espectáculo en el cielo
¿Te ha llamado la atención la gama de colores cálidos que vemos en el cielo cuando el Sol está en su ocaso? ¿Quieres saber cuál es el motivo? Mira el siguiente artículo. ¡Aquí te lo contamos!
Quien alguna vez no se ha detenido a presenciar un hermoso atardecer en la orilla del mar, en el campo o en la montaña, donde la conjunción entre el Sol y el cielo nos ha entregado una hermosa combinación de colores, que nos detuvo por un momento nuestra vida e hizo contemplar lo majestuosa que es la naturaleza.
Ese momento mágico, que muchas veces nos lleva a desplegar nuestro más profundo romanticismo de amor por la vida, la naturaleza o por un ser querido, plasmándolo en una hermosa fotografía, ciertamente tiene explicación científica, con un fundamento muy interesante ante esta alucinante gama de colores entre rojizos y anaranjados que hace comúnmente nuestras tardes tan maravillosas.
¿Por qué vemos este efecto al atardecer?
A medida que el Sol va descendiendo para culminar el día, su luz continúa atravesando la atmósfera pero, dada su inclinación, esta porción se extiende a más kilómetros. De esta forma, las longitudes de onda de color azul se dispersan rápidamente, dejando pasar mayor cantidad de luz con longitudes de onda rojas, naranjas e incluso amarillas.
La intensidad de este efecto visual depende mucho de las condiciones locales: mientras más partículas en suspensión existan, mayor dispersión hay en la atmósfera y una mayor diversidad de colores podremos apreciar.
Entonces, ¿qué factores influyen en la dispersión del color?
Como sabemos, nuestra atmósfera está compuesta por diferentes gases que hacen posible la existencia de vida en el planeta. Estos gases, por si solos, ya intervienen en la radiación solar que llega hasta nuestros ojos. Además, se agrega otro factor y que incide en el despliegue de colores: la gran cantidad de partículas en suspensión que se encuentran en el aire. Estas partículas corresponden a una mezcla de compuestos microscópicos o muy pequeños, y pueden estar en estado líquido como sólido. Entre ellas están las gotas de agua, cristales de hielo, polen, el polvo, humo y los aerosoles atmosféricos.
En días con nubosidad, por ejemplo, el efecto de dispersión se acentúa, ya que la luz rebota muchísimas veces en las partículas liquidas o sólidas que contienen estas nubes, esto provoca que el color azul aumente su dispersión, dando paso a los colores rojos y anaranjados. Lo mismo ocurre cuando hay humo por efecto de incendios o erupciones, y también en ciertos sectores donde hay mayor cantidad de partículas como en el desierto del Sahara, cuya arena y polvo se puede desplazar hasta Europa presentando el mismo efecto.
En cuanto a la dispersión del color , algo similar pasa con los halos solares, al rebotar la luz en los cristales de hielo de las nubes altas.
Podemos concluir que, cuando la radiación atraviesa las capas de la atmósfera y se topa con las partículas en suspensión, sus colores se dispersan en todas las direcciones posibles, provocando efectos coloridos y visibles al ojo humano.
Los colores de la luz
Para conocer el despliegue de colores que posee la luz solar, debemos saber primero que el Sol emite luz blanca, la cual está compuesta por todos los colores del espectro visible, las mismas del arcoíris: violeta, azul, celeste, verde, amarillo, naranja y rojo y que a su vez este despliegue de colores se refracta al atravesar un medio transparente a la radiación solar, pero no de manera uniforme ya que cada color tiene una longitud de onda diferente, propagándose a distinta velocidad.
Como vemos en la imagen los colores rojo y naranja son de longitud de onda larga, por lo que se dispersan menos y a menor velocidad, mientras que los colores azul y violeta, se dispersan mucho más y muy rápidamente porque están compuesto por longitudes de onda más cortas, este efecto hace que veamos el cielo azul.
Este fenómeno se conoce como dispersión de Rayleigh, en honor al británico John William Strutt, también llamado Lord Rayleigh, quien obtuvo el premio Nobel de Física en 1904, siendo el primero en explicar porqué vemos el cielo de color azulado.
Después de conocer la causa del colorido que presentan algunos de nuestros atardeceres, sin duda ya no solo podrás disfrutar de ellos, contemplándolos o inmortalizándolos a través de una bella postal fotográfica, sino que también, podrás entender su origen y explicar a quien quiera compartir contigo un bello atardecer.