Ballenas: unas grandes aliadas para frenar el calentamiento global
Las grandes ballenas de nuestro planeta, mediante su tamaño colosal y su amplia distribución, influyen directa e indirectamente en el ciclo del carbono. Te invitamos a descubrir lo que la ciencia ha revelado recientemente.
La ciencia nos invita a hacer un viaje a las profundidades del océano, mediante el estudio "Whales in the carbon cycle: can recovery remove carbon dioxide?" publicado en Trends in Ecology & Evolution. En esta ocasión, el equipo de investigación fue liderado por la bióloga de la Universidad del Sureste de Alaska (USA), Heidi Pearson.
El objetivo de este estudio tuvo su foco en el análisis de la influencia que tienen las ballenas sobre las altas concentraciones de carbono, tanto en la atmósfera como en el océano. Sumado a ello, escudriñaron si los animales más grandes del planeta pueden ser un aporte para disminuir la cantidad de dióxido de carbono atmosférico.
La vida de las ballenas es un círculo ecológico completísimo del que podemos aprender
El tamaño de una ballena puede llegar a ser tan enorme como un avión y su peso máximo se ha registrado en 150 toneladas. Su longividad es otra característica asombrosa, ya que tiene la capacidad de vivir ¡más de 100 años!
Al igual que otros organismos, el carbono es un componente clave en su biomasa. De esta manera, las ballenas se transforman en una pieza viva esencial para reservar carbono en la zona pelágica. En este sentido, es importante mencionar que la zona pelágica está asociada a una región oceánica que almacena el 22% de todo el carbono de nuestro planeta.
¿De qué se alimentan las ballenas? Por ejemplo, la balleza azul consume 3.600 kilógramos entre plancton y krill que se encuentra fotosintéticamente activo. Como consecuencia de esto, sus excrementos cuentan con nutrientes primarios que potencian la proliferación de plancton y krill. Sus excrementos también impulsan la fotosíntesis y almacenan el carbono proveniente de la atmósfera.
La política climática es de vital importancia para que las ballenas sean nuestras aliadas
Cuando una ballena llega al final de sus días, su cuerpo cae al lecho marino. Por ende, todo el carbono que transportaba es transferido a las profundades del océano. Este proceso natural permite el intercambio, entre el océano y la atmósfera, de estos nutrientes.
La recuperación de las poblaciones de ballenas, mediante la reducción de los impactos antropogénicos, puede ayudar a eliminar el dióxido de carbono. El equipo científico recomienda que su inclusión en la política climática debe basarse en la mejor ciencia disponible, en conjunto con otras estrategias para reducir directamente las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).