"Bomba reloj climática" está a punto de explotar en suelos nórdicos

Un estudio realizado en Suecia indica que el deshielo del permafrost triplicará la concentración de carbono en la atmósfera, detonando una bomba climática que potencializará el calentamiento global.

Bomba relógio climática está prestes a explodir em solo nórdico
El deshielo del permafrost triplicará las concentraciones de carbono en la atmósfera en los próximos años, detonando una reacción climática irreversible en el planeta. Imagen: Tom Kelly/Alec Luhn/AFP.

Protegido entre las montañas, el lodazal de Stordalen es una meseta pantanosa con un gran número de pozas de lado ubicado en el Ártico, en el extremo norte de Suecia. El aire es dominado por un ¡olor a huevo podrido! Aquí el calentamiento global está ocurriendo tres veces más rápido que en el resto del mundo.

Los investigadores están "de ojo" en estas tierras congeladas —conocidas como permafrost— que están ahora sufriendo una transformación. El olor característico que se emite está asociado al sulfuro de hidrógeno, también conocido como 'gas de pantano'. Pero lo que más preocupa es un otro gas que está siendo liberado por el permafrost: el metano.

¿Cómo el permafrost detonará una bomba climática en el planeta?

Las reservas de gases de efecto invernadero, que desde hace mucho tiempo permanecen almacenados en el permafrost, se están fugando. Se trata de 1.700 mil millones de toneladas de carbono orgánico —casi el doble de la cantidad presente en la atmósfera.

Mirando estos números, es fácil entender la preocupación de los científicos. A medida que el permafrost se derrite, algunas veces formando enormes cráteres alrededor del Ártico, él podría triplicar la cantidad de estos gases en la atmósfera, y denotar una bomba climática en el planeta.

El suelo congelado del permafrost abarca aproximadamente un cuarto de toda la superficie del Hemisferio Norte. En algunas partes, el suelo permanentemente congelado tiene una espesura que alcanza las decenas de metros. Pero en algunas partes de Siberia puede extenderse por varios kilómetros por debajo de la superficie, permaneciendo congelado desde hace centenas de miles de años.

Hoy, el permafrost pasa por un círculo vicioso. El Ártico comenzó a derretirse con el aumento de la temperatura promedio en la región. En el líquido que se forma en el suelo, las bacterias comienzan a descomponer la biomasa. Y la descomposición libera dióxido de carbono y metano, acelerando aún más el calentamiento.

Cuando los investigadores comenzaron a estudiar estos hábitats, en la década del 1970, las luganas que actualmente se ven no existían, y el olor en el aire no era tan intenso.

De continuar esta situación, el ecosistema entero del permafrost puede volverse a un estado completamente diferente del actual, creando una perturbación en el planeta como un todo. Algunos edificios construidos sobre este tipo de suelo ya se está desmoronando en la región de Siberia. En el peor de los casos, la selva amazónica puede transformarse en una sabana, y las capas de hielo en Groenlandia pueden desaparecer por completo.

Claro que estas transformaciones no sucederán de un día para otro. El deshielo del permafrost generará emisiones de carbono que pueden durar décadas, tal vez centenas de años, en un proceso muy lento, que sólo a afectará, de verdad, a las generaciones futuras.

El problema actual es que, según lo indican algunos estudios científicos, este proceso ya huyó del control de la humanidad. El deshielo y la liberación de carbono continuarán aún si las emisiones humadas se detuvieran. Hemos activado un sistema que continuará actuando por mucho tiempo. Lo que nos resta ahora es comprender como esta bomba reloj nos afectará en el mediano y largo plazo.