¡Ciudades vivas, ciudades verdes! el desafío de restaurar la biodiversidad urbana antes de que sea tarde

La expansión urbana ha reducido la biodiversidad, pero estrategias innovadoras pueden convertir las ciudades en refugios ecológicos y equilibrar su crecimiento con la naturaleza

Ciudades vivas.
La biodiversidad urbana, que abarca desde los microorganismos del suelo hasta las aves que anidan en nuestros edificios, es un indicador de la salud de nuestras urbes.

Las ciudades crecen, y con ellas, el cemento avanza sobre lo que alguna vez fueron bosques, humedales y suelos vivos.

Esta transformación ha llevado a una drástica reducción de la biodiversidad urbana, un problema que no solo afecta a las especies silvestres, sino también a la calidad de vida de quienes viven en estos espacios.

Pero no todo está perdido. Las urbes tienen el potencial de convertirse en espacios donde humanos, plantas y animales coexistan en armonía. La pregunta es: ¿estamos dispuestos a cambiar nuestra forma de habitar el mundo?

La biodiversidad en la ciudad, un equilibrio roto

Las ciudades no son estáticas; crecen, se transforman y, como organismos vivos, interactúan con su entorno. Pero este crecimiento no siempre ha sido amable con la biodiversidad.

Al igual que un cuerpo humano necesita de una microbiota diversa para funcionar correctamente, una ciudad necesita de una biodiversidad rica para ser resiliente y sostenible.

Según el Programa de Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU Hábitat), la restauración de ecosistemas no avanza lo suficientemente rápido para compensar la pérdida de hábitats naturales, por lo que es fundamental repensar el crecimiento de las ciudades.

Estrategias como la "ciudad esponja", que optimiza la absorción de agua a través de infraestructura verde, o los corredores biológicos urbanos, pueden ayudar a mitigar la fragmentación del paisaje y restaurar los ecosistemas urbanos.

El alto costo de pasar del campo a la ciudad

Uno de los mayores desafíos para la biodiversidad urbana es el cambio en el uso del suelo. Tierras que antes albergaban bosques, humedales o áreas agrícolas son convertidas en calles y edificios, un proceso que rara vez es reversible.

Este fenómeno no solo afecta a las especies que pierden su hábitat, sino también a los servicios ecosistémicos que brindan, como la purificación del aire y la regulación del clima.

Ciudad verde
La planificación urbana debe integrar la biodiversidad como un eje central, protegiendo entornos naturales aledaños y fomentando la creación de nuevas áreas verdes y azules dentro del tejido urbano.

Esta situación, difícil y costosa de revertir, resalta la necesidad de una planificación más eficiente que prevenga la degradación ambiental antes de que ocurra. Pero, ¿qué podemos hacer?

Tal como explica un informe de la ONU Hábitat, la clave está en planificar de manera sostenible, evitando la expansión urbana descontrolada y promoviendo la recuperación de espacios naturales degradados.

Esto se logra usando modelos de proyección y herramientas de planificación territorial que pueden ayudar a anticipar el impacto de la expansión urbana y proponer soluciones más sostenibles.

Restaurar lo perdido, un acto de justicia ambiental

No basta con proteger lo que queda; también es necesario restaurar lo que se ha perdido. La regeneración de espacios degradados, como antiguos vertederos o áreas industriales abandonadas, puede devolver la vida a zonas que parecían condenadas.

Iniciativas de reforestación, creación de humedales artificiales y proyectos de agricultura urbana no solo favorecen la biodiversidad, sino que también mejoran la calidad del aire, regulan la temperatura y ofrecen refugio para especies locales.

Este proceso de restauración no es rápido ni fácil, pero es esencial. Implica no solo plantar árboles, sino también recuperar suelos, reintroducir especies nativas y, sobre todo, cambiar nuestra mentalidad.

Las ciudades deben dejar de verse como enemigas de la naturaleza y empezar a entenderse como parte de ella.

Las ciudades no son solo para los humanos. Fomentar la convivencia con otras especies y garantizar un entorno saludable para futuras generaciones es fundamental para evitar una sexta extinción masiva.

Las ciudades del futuro no serán aquellas con más rascacielos, sino aquellas que logren integrar la naturaleza en su tejido urbano. Aquellas que entiendan que, para prosperar, deben dejar espacio para la vida en todas sus formas.

El desafío es grande, pero el premio es aún mayor: ciudades vivas, resilientes y en armonía con el planeta.

Fuentes y referencias de la noticia:

- Programa de Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos. Expertise and Work on Urban Biodiversity. Publicado en la web de la institución. (2025).