Cómo cultivar un durazno en casa para que estalle de frutos todo el año
Un durazno o duraznero bien plantado y cuidado puede dar frutos durante años. Con el suelo adecuado, un riego equilibrado y una poda precisa, lograrás un árbol fuerte y productivo.

Nada se compara con el sabor de un durazno recién cosechado de tu propio árbol. Pero para llegar a esa jugosa recompensa, el duraznero necesita un buen comienzo y cuidados estratégicos.
Desde elegir el sitio ideal hasta protegerlo de plagas, cada paso influye en su crecimiento y producción. Aquí te contamos cómo hacerlo bien desde el principio.
Selección de la variedad y origen
Elegir la variedad correcta es clave para un duraznero sano y productivo. Algunas destacan por su resistencia a plagas y hongos, reduciendo la necesidad de tratamientos.
Además, es fundamental considerar los requerimientos de frío, ya que cada variedad necesita cierta cantidad de horas de bajas temperaturas para florecer bien. También influye la época de maduración, con opciones tempranas, intermedias o tardías que permiten escalonar la cosecha según tus necesidades.
En cuanto al origen de las plantas, lo mejor es adquirirlas en viveros especializados, preferiblemente ya injertados, lo que garantiza mejor adaptación y mayor producción. El trasplante se recomienda en primavera u otoño, evitando las heladas del invierno y el calor extremo del verano, lo que facilita un buen enraizamiento.
Técnicas de plantación y cuidados posteriores
Para asegurar un buen desarrollo del duraznero, es importante elegir el sitio adecuado, preparar bien el suelo y aplicar ciertos cuidados tras la plantación. A continuación, algunos aspectos clave a considerar:
- Dimensiones: cava hoyos de aproximadamente 50-60 cm de profundidad y 60 cm de diámetro.
- Enmiendas: coloca una mezcla de tierra y abono en el fondo del hoyo para favorecer el desarrollo inicial de las raíces.
- Distancia entre árboles: mantén una separación de al menos 4-5 metros entre cada duraznero para permitir una adecuada ventilación y espacio para el crecimiento.
- Exposición solar: el duraznero necesita al menos 6 horas de sol directo al día para un crecimiento vigoroso y una buena fructificación. Si es posible, planta los árboles en hileras orientadas de norte a sur para maximizar la exposición solar.

- pH del suelo: un pH entre 6 y 7 facilita la absorción de nutrientes esenciales.
- Riego adecuado: durante el primer año, riega de manera regular y profunda para establecer las raíces. Posteriormente, reduce la frecuencia pero mantén riegos profundos, evitando el encharcamiento. Considera el uso de riego por goteo, que ofrece una distribución uniforme del agua y minimiza el desperdicio.
- Nutrientes Esenciales: utiliza fertilizantes equilibrados que contengan nitrógeno, fósforo y potasio, complementados con micronutrientes esenciales. Aplícalos al inicio de la temporada de crecimiento y repite la dosis a mediados de estación, adaptándote a las necesidades del árbol.
- Poda y formación del árbol: durante los primeros años, realiza podas de formación para conseguir una estructura equilibrada y una buena distribución de ramas. Luego, cada invierno, realiza una poda sanitaria, eliminando ramas secas, enfermas o mal orientadas para favorecer la circulación del aire y la penetración de la luz.
Manejo de plagas y enfermedades
El duraznero puede verse afectado por diversas enfermedades y plagas, por lo que es clave un manejo preventivo y correctivo oportuno.
- Oídio (Podosphaera pannosa): genera un polvo blanquecino en hojas y frutos. Para su control, se recomienda el uso de azufre mojable durante la primavera. Además, es fundamental mejorar la circulación de aire en la copa de la planta, lo que ayuda a prevenir la humedad excesiva y favorece un ambiente menos propenso al desarrollo de hongos.
- Cloca del duraznero (Taphrina deformans): provoca deformación y caída prematura de hojas. Se previene con fungicidas cúpricos en otoño e invierno y eliminando hojas infectadas.

- Monilia o pudrición parda (Monilinia spp.): afecta flores, frutos y ramas jóvenes, causando pudrición.Para su control, en lugar de utilizar fungicidas químicos como el tebuconazol o el metil tiofanato, puedes optar por productos naturales como el bicarbonato de sodio (en solución diluida) o extractos de ajo. Estos métodos ayudan a prevenir la propagación de la enfermedad de manera más ecológica.
- Pulgón verde (Myzus persicae): enrolla hojas y debilita la planta. Se puede controlar con jabón potásico, aceite de neem, o infusión de ortiga, que tiene propiedades repelentes. Estas alternativas son menos perjudiciales para el entorno y los polinizadores.
- Polilla oriental (Grapholita molesta): sus larvas perforan brotes y frutos. Se combate con trampas de feromonas e insecticidas específicos.
- Arañita roja (Tetranychus urticae): provoca manchas amarillas en las hojas. Se maneja con acaricidas y control biológico.
Para mantener el duraznero sano, es fundamental aplicar los productos en el momento oportuno, alternando principios activos para evitar resistencia, además de monitorear regularmente para detectar signos tempranos y actuar a tiempo.