La mitad del peso de tu cuerpo son microorganismos. ¿Eres PRE o PRO?
Mucha gente lo desconoce, pero la mitad de lo que pesas son microorganismos. Y por nuestro bien, es mejor tenerlos contentos. ¿Y cómo lo podemos hacer? Los prebióticos y probióticos son la clave.
El conocimiento sobre nuestra microbiota está aún en pañales, lo que sí está claro es que tiene más importancia de lo que se piensa, tanto en la digestión como en el sistema inmunológico, o incluso en el estado de ánimo.
Y como hay tanto lío, somos carne de cañón para que nos confundan entre prebióticos y probióticos.
¿Eres "PRE"?
Los PREbióticos sirven para mantener a nuestros microorganismos contentos y, para ello, podemos "darles de comer" para que se multipliquen, vivan bien… si ellos están bien, tú estás bien.
¿Dónde conseguimos los prebióticos?
Es mas fácil de lo que parece. El alimento viene a través de la fibra, que son hidratos de carbono complejos que nosotros no podemos digerir, pero a las bacterias les encanta. Eso hace que se multipliquen más y mejor, nos ayudará a tener una pequeña cantidad de vitamina K o B, poquito, pero ahí está. Además, ayude a la digestión, al sistema inmunológico y, sobre todo, a no dejar hueco a los patógenos. Si están los buenos, no habrá sitio para los malos.
Esto lo puedes encontrar en legumbres, cereales integrales, verdura, fruta... ¿ves como era fácil?
¿Eres “PRO”?
No es que sean mejores ni más listos, sino que son bacterias viables. Por ejemplo, en ocasiones se usan en caso de enfermedad porque necesitamos ampliar o reponer, eso sería tomar probióticos como tratamiento, siempre bajo prescripción médica o tomarlos en alimentos.
La OMS define a los probióticos (que se llamaron así como contraposición a los antibióticos) como "microorganismos vivos que administrados en cantidades adecuadas confieran un beneficio en la salud de quien lo consume."
Bien prescritos ayudan en casos de diarrea agua, colitis ulcerosa, mejoran síntomas de síndrome del intestino irritable o prevención de enterocolitis necrotizante en recién nacidos. Es decir, cuando hay un problema con nuestra microbiota y debemos aumentar o reemplazar los microorganismos que tenemos para evitar que haya hueco para los patógenos. Su uso, por tanto, es un tratamiento, siempre prescrito por un médico.
En alimentos no tienen una de salud autorizada, pero sí hay alimentos que tienen bacterias vivas, así que, dentro de nuestros buenos hábitos, también los tomamos.
El yogur: elixir de juventud.
No lo digo yo, lo dijo un científico ruso, Élie Métchinikoff en 1873 cuando viajó a Bulgaria y relacionó la longevidad de los habitantes con el consumo de Lactobacilus bulgaricus .
El yogur (el que pone YOGUR en la etiqueta) tiene 125 mil millones de Lactobacillus bulgaricus y Streptococcus thermophilus viables. Pero no a todo lo que tiene forma de yogur le podemos llamar yogur, como los que se oyen con bifidobacterias.
¿Yogur que no es yogur?
En realidad, se llaman leches fermentadas. Fue un pediatra francés, Henry Tissier quien vio que los niños con diarrea no tenían unas bacterias con forma de Y, las llamó bífidas —bifidobacterias—. En cambio, los niños sanos sí las tienen (dura profesión la del pediatra). Con esto, probaron a dar estas bacterias a los niños enfermos para que mejoraran. No hace que nuestras barrigas sean más felices que con un yogur normal, menos tampoco, pero podemos tomar un yogur normal y tan ricamente.
Eso sí, sea yogur o leche fermentada, tengamos la precaución de saber que cuando dicen que va con fruta porque en realidad son mermeladas que aportan hasta 15 gramos de azúcar extra. Es decir, que si te tomas un yogur de esos por la noche porque dices que estás a dieta… le estás errando. Si quieres un yogur con fruta, colócasela tú.
Hay otros probióticos, cualquier fermentado, el chucrut, el kéfir… ahora se ha puesto de moda una bebida que se llama kombucha. Sus propiedades extraordinarias son, en realidad (y lo diga quien lo diga), como cualquier otro fermentado. Eso sí, tanto el kéfir como la kombucha tienen una cantidad residual de alcohol debida a esta fermentación, así que mejor no hacerlo en casa y tener precaución en embarazas.
También es necesario tener un extra de precaución con todos los probióticos en las personas fuertemente inmunodeprimidas. Mejor no usarlos sin que lo sepa el médico por si pudiera dar algún problema de infección sistémica. Normalmente no pasa nada porque son nuestras bacterias, pero en estos casos, siempre que lo sepa el médico.
Si el objetivo es la buena salud del microbiota, combinemos pro y tomemos pre, sin obsesión y con cabeza. Unos hábitos saludables son un buen comienzo.