Consejos y estrategias de científicos para prevenir el abuso de pantallas en adolescentes y fomentar su bienestar

Expertos proponen medidas para reducir el uso excesivo de pantallas en adolescentes, promoviendo hábitos digitales saludables y el equilibrio emocional. Estas estrategias buscan garantizar su bienestar en un entorno tecnológico cada vez más presente en sus vidas.

Adolescentes viendo pantallas.
El uso excesivo de pantallas puede amplificar vulnerabilidades en adolescentes, afectando su desarrollo emocional y bienestar social.

La tecnología digital ha revolucionado nuestra sociedad, siendo una herramienta presente en todas partes. Sin embargo, su influencia en niños y adolescentes ha generado preocupación sobre la salud mental, destacando la necesidad de equilibrar sus beneficios con el manejo de sus riesgos potenciales.

Lejos de aislar a los adolescentes, las plataformas digitales les brindan oportunidades para conectar con personas afines, promoviendo emociones positivas. Estudios indican que el 96,9% experimenta alegría en línea, mientras otros sienten relajación, diversión y apoyo emocional significativo.

La tecnología digital transforma vidas, pero un uso desinformado puede impactar negativamente; equilibrar beneficios y riesgos es clave.

A pesar de los beneficios, el uso excesivo o desinformado puede afectar negativamente a los menores, especialmente en edades tempranas. Reconocer señales de riesgo y educar sobre su manejo es esencial para fomentar un uso saludable de la tecnología digital.

Riesgos asociados y el impacto en las primeras etapas

En niños menores de dos años, la exposición a pantallas puede tener efectos adversos. Instituciones como la Organización Mundial de la Saludo (OMS) y la Academia Americana de Pediatría (AAP) coinciden en que el contenido audiovisual no estimula el desarrollo cognitivo o social a esta edad. Si se permite su uso ocasional, debe ser bajo estricta supervisión y combinado con actividades analógicas que fomenten el desarrollo.

A medida que los niños crecen y reciben dispositivos personales, como un smartphone, emergen riesgos adicionales. Sin una adecuada supervisión, pueden quedar expuestos a ciberacoso, acceso a contenido inapropiado, estafas digitales o grooming. Además, la presión social en redes puede afectar la autoestima, la autoimagen y agravar condiciones emocionales preexistentes como la ansiedad o la depresión.

Los riesgos asociados al uso de la tecnología no siempre derivan directamente de esta, sino que actúan como amplificadores de vulnerabilidades latentes. Adolescentes con factores de riesgo como impulsividad o baja autoestima pueden ver agravados estos problemas debido a las dinámicas de las redes sociales, como las comparaciones sociales constantes y la búsqueda de validación externa.

El uso compulsivo de la tecnología, cuando interfiere con el autocuidado, el rendimiento escolar o las relaciones sociales, puede transformarse en adicción. La falta de autocontrol en los adolescentes agrava este problema, demandando una intervención profesional en casos severos.

La mediación parental como clave

Los padres juegan un rol muy importante en moderar el uso de la tecnología. Supervisar la actividad digital, conocer las redes sociales que utilizan los hijos y mantener un diálogo abierto son estrategias esenciales. Sin embargo, solo el 43% de las familias usa herramientas de control parental, según estudios.

Solo el 43% de las familias utiliza control parental, destacando la importancia de supervisar y dialogar sobre el uso digital.

Es fundamental evitar demonizar los dispositivos digitales. En lugar de enfocarse únicamente en el tiempo de uso, se debe analizar el contenido y el propósito: ¿escuchan música, interactúan con amigos o simplemente navegan en redes sociales? Este enfoque permite una comprensión más matizada del impacto de la tecnología.

familia y pantallas.
En la era digital, fomentar el diálogo y supervisar el uso de pantallas es esencial para mantener la conexión y bienestar familiar.

El uso responsable de la tecnología debe estar ligado al nivel de madurez del menor. El autocontrol, la comprensión de riesgos y la capacidad para distinguir entre contenido beneficioso o perjudicial varían según el desarrollo individual. Las familias deben evaluar cuándo sus hijos están listos para adentrarse en el mundo digital, cumpliendo con las restricciones de cada plataforma y la legislación vigente.

Fomentar el bienestar digital

El bienestar digital no implica la desconexión total, sino encontrar un equilibrio. Es clave potenciar habilidades como la regulación emocional, la comunicación social y el uso consciente de la tecnología. Además, fomentar tiempo libre sin pantallas es esencial para un desarrollo integral.

Convertir a los adolescentes en ciudadanos digitales responsables, críticos y éticos es un objetivo clave para garantizar que la tecnología enriquezca sus vidas en lugar de perjudicarlas. Con una orientación adecuada, la revolución digital puede ser un motor para construir una sociedad más conectada y humana.

Referencias de la noticia

-The Conversation. ¿Prohibimos las pantallas a nuestros hijos o les educamos en el buen uso de la tecnología? (2025).

-Ontsi. Impacto del aumento del uso de Internet y las redes sociales en la salud mental de jóvenes y adolescentes.