Megatsunami devastó la costa del Desierto de Atacama hace 3.800 años
Esta reciente investigación, liderada por un equipo científico de la Universidad de Chile, saca a relucir la importancia del traspaso de conocimiento para nuestra resiliencia ante eventos naturales catastróficos.
Los primeros habitantes a lo largo de la hiperárida costa del Desierto de Atacama desarrollaron estrategias de resiliencia durante doce mil años. Pensamiento que permitió la adaptación efectiva de estas comunidades ante el entorno extremo, como terremotos y tsunamis gigantes.
Hace unos días, la revista Science Advance publicó una investigación liderada por académicos del Departamento de Antropología y del Departamento de Geología de la Universidad de Chile. En el estudio, proporcionaron evidencia geoarqueológica que revela un gran terremoto, y posterior tsunami, que afectó severamente a las comunidades prehistóricas de cazadores, recolectores y pescadores hace 3.800 años.
Este evento, causó una perturbación social excepcional reflejada en los cambios contemporáneos de los sitios arqueológicos. Como consecuencia, se desencadenaron estrategias resilientes a lo largo del litoral de la zona norte de Chile. La costa del Desierto de Atacama tiene un alto potencial para la ocurrencia de megaterremotos, ya que se caracteriza por un límite de placas tectónicas de primer orden con una tasa de convergencia de subducción de la placa de Nazca, debajo de la placa Sudamericana, estimada en 65 mm/año.
Dentro de las evidencias, se encontraron muestras de depósitos litorales ubicados hasta siete metros sobre el nivel del mar. Se caracterizan por gravas gruesas bien redondeadas, algunos clastos angulares y de cantos rodados incrustados en una matriz arenosa con abundantes fragmentos de conchas carbonatadas y conchas de moluscos bien conservadas.
Estos depósitos litorales también han sido reportados previamente en sitios de Los Bronces y Hornos de Cal, en el área de Taltal. Se han observado depósitos con características similares que se han interpretado como berma de playa, en más de 600 km de costa.
Durante milenios, los repetidos eventos de la gigante zona de subducción han brindado detalles reveladores de la adaptación humana a entornos sísmicos activos y los desafíos que se plantean a las capacidades de resiliencia de los grupos sociales. Los resultados de esta investigación revelan que el megaterremoto tsunamigénico más grande registrado hasta ahora para el norte de Chile, ocurrió hace aproximadamente unos 3.800 años.
Este evento, probablemente, ocurrió como producto de la sincronización espacio-temporal de grandes segmentos. Se relaciona con asperezas sísmicas lo suficientemente grandes como para producir una caída de tensión que supera los límites estructurales. Algo que puede resultar en superterremotos en escalas de tiempo centenarias a milenarias.
La resiliencia humana ante eventos naturales
Las comunidades humanas siempre han desarrollado y transmitido conocimientos locales sobre su entorno. Comunicación que nos ha permitido la adaptación en situaciones de riesgo de desastres. Aunque las condiciones específicas bajo las cuales este evento afectó a las comunidades prehispánicas no pueden inferirse a los registros geoarqueológicos disponibles.
Una posible explicación podría ser que las respuestas resilientes, basadas en el conocimiento local, no habían anticipado la posibilidad de un terremoto tsunamigénico mayor. Precisamente, porque éstos ocurren en el área sólo durante grandes intervalos de tiempo.
Sumado a ello, las actuales investigaciones demuestran que las comunidades afectadas por desastres naturales, a veces muestran una memoria social limitada con respecto a estos eventos. Lo que aumenta su vulnerabilidad frente a las amenazas futuras.
La comunicación de los resultados de tales investigaciones, a través de medios formales e informales, puede ayudar a reintroducir la memoria social de estos eventos, favoreciendo nuestra resiliencia como país. Estos resultados también deberían utilizarse para recalibrar las políticas actuales de evaluación de peligros. El equipo científico destaca la necesidad de aumentar la investigación interdisciplinaria sísmica y de tsunamis para mejorar y fomentar la gestión de amenazas y desastres para el futuro.