Cuando hay mucha humedad nos duelen las articulaciones, ¿mito o realidad?

Muchas personas, especialmente las de edad avanzada o que han tenido alguna lesión afirman que cuando el ambiente está muy húmedo sienten una mayor molestia o ‘dolor en los huesos’. ¿Qué dice la ciencia?

Cuando hay mucha humedad nos duelen las articulaciones, ¿mito o realidad?
Cuando hay mucha humedad nos duelen las articulaciones, ¿mito o realidad?

Seguramente algunos de los que están leyendo este informe han experimentado una molestia, o por lo menos han escuchado a alguien exclamando: “con esta humedad me duele la rodilla (o el tobillo, la muñeca, la cadera) y … ¡todos los huesos!”.

En realidad, son las articulaciones que se encuentran en todo el alrededor de algunos tipos de huesos de nuestro organismo las que sienten una variación en el entorno y reaccionan de determinada manera generando dolor o molestias.

Muchas personas, especialmente las de edad avanzada afirman que, cuando el ambiente está muy húmedo sienten ‘dolor en los huesos’. Sin embargo, se debe tener en cuenta que este tipo de dolor en realidad es sobre las articulaciones y no de los huesos en sí.

Mito o realidad: la humedad genera dolores en el cuerpo

La elevada humedad relativa en el aire es un fenómeno meteorológico que puede desencadenar incomodidades físicas en muchas personas, especialmente aquellas con problemas articulares o enfermedades crónicas como la artritis. No es un mito, es real.

Cuando la humedad relativa es alta, el cuerpo experimenta ciertos cambios fisiológicos.

Pero, ¿qué es lo que realmente sucede en nuestro cuerpo cuando la humedad aumenta, y por qué sentimos ese dolor en nuestros huesos y articulaciones? Una teoría popular sugiere que la alta humedad está ligada a disminución de la presión barométrica, lo que provoca la expansión de los tejidos y, en consecuencia, ejerce presión sobre las articulaciones y nervios, causando dolor, pero mejor veamos lo qué dice la ciencia al respecto.

Dolor en articulaciones a causa de la alta humedad: lo que dice la ciencia

Cómo comentamos anteriormente, cuando disminuye la presión barométrica, los tejidos se expanden, ejerciendo una presión sobre las articulaciones y nervios, causando dolor. Además, la humedad puede alterar la viscosidad del líquido sinovial, que es el lubricante natural de nuestras articulaciones, afectando así su movimiento y causando rigidez y dolor.

Desde tiempos remotos, se ha observado que los cambios ambientales afectan nuestro bienestar físico.

Varios estudios publicados en el Journal of Rheumatology, concluyen en que los pacientes con artritis reumatoide reportan más dolor y rigidez en días húmedos y fríos.

En particular, en el artículo Influence of Weather Conditions on Rheumatic Pain, de Ingrid Strusberg, et al., revela la influencia del clima en pacientes con dolor reumático, que habitan en la ciudad de Córdoba, Argentina. Correlacionaron la impresión de los pacientes sobre la sensibilidad al cambio de tiempo con: la temperatura diaria, la presión atmosférica y la humedad relativa, obtenidas durante el mismo período, y evaluaron las correlaciones entre el dolor y las condiciones del tiempo en los 5 días anteriores y posteriores al episodio doloroso.

Los pacientes meteosensibles analizados correlacionaron su sensación de dolor con la alta humedad
Los pacientes meteosensibles analizados correlacionaron su sensación de dolor con la alta humedad

Como resultado, los pacientes que se autodescribieron como meteosensibles, se correlacionaron solo con la alta humedad. No hubo mejor correlación con las variables meteorológicas, excepto la humedad, 5 días antes o después del día del episodio doloroso. Estos resultados apoyan la creencia de que la meteorología del lugar influye en el dolor reumático, aunque de diferentes maneras dependiendo de la patología subyacente y la sensibilidad climática subjetiva.

Esta influencia puede no depender de las condiciones de tiempo de los días anteriores o siguientes, lo que indica que el las condiciones meteorológicas no sería un predictor de dolor y viceversa, explica Strusberg.

Dentro de los múltiples estudios publicados al respecto, con similares conclusiones, podemos mencionar del Harvard Medical School, en el cual se indica que los cambios en la presión atmosférica pueden causar que los tendones, músculos y huesos se expandan y contraigan, intensificando el dolor. Sin embargo, la sensibilidad a estos cambios también varía de persona a persona, influenciada por factores como la genética y la salud general.

Conclusiones y recomendaciones para mejorar la calidad de vida

La relación entre la humedad y el dolor articular es compleja y varía entre individuos. Sin embargo, entender cómo la humedad afecta a nuestro cuerpo y adoptar estrategias preventivas puede marcar una gran diferencia en la calidad de vida.

Mantener una buena hidratación, realizar ejercicio regularmente, controlar la humedad en el hogar, vestirse adecuadamente, tomar baños calientes, mantener un peso saludable, consultar al médico y seguir una alimentación adecuada son pasos fundamentales para mitigar los efectos negativos de la humedad en la salud articular.

Conocer cómo tu cuerpo responde a los cambios en el ambiente es importante
Conocer cómo tu cuerpo responde a los cambios en el ambiente es importante.

Conocer cómo tu cuerpo responde a los cambios en el ambiente es importante para poder adoptar un enfoque proactivo y así manejar el dolor articular mejorando significativamente tu bienestar.

Aunque las condiciones meteorológicas son un factor incontrolable, nuestras acciones y decisiones diarias tienen un impacto significativo en cómo nuestros cuerpos responden a él. Con hábitos saludables y atención a las señales de nuestro cuerpo, podemos enfrentar los desafíos climáticos con mayor resiliencia y bienestar.

Desde Meteored Argentina te recordamos que siempre debes consultar con profesionales de la salud para obtener un diagnóstico adecuado y un plan de tratamiento personalizado.

Referencia de noticia:

Influence of Weather Conditions on Rheumatic Pain. Ingrid Strusberg, Raquel C Mendelberg, Héctor A Serra, Alberto M Strusberg. The Journal of Rheumatology, febrero de 2002, 29 (2) 335-338