Escasez de agua en el mundo: ¿Dónde estamos? ¿A qué nos enfrentamos?
En 2022, 2.200 millones de personas vivían sin acceso a suministros de agua potable y 3.500 millones sin aguas residuales gestionadas de forma segura. Al mismo tiempo, el calentamiento global está provocando que el agua sea cada vez más escasa en todas las regiones del mundo.
El agua potable disponible es cada vez más escasa en todos los confines del mundo. Según el Reloj de la escasez de agua actualmente hay 2.510 millones de personas que viven en regiones con escasez de agua. En la mayoría de los casos, las zonas con recursos hídricos ya escasos sufren especialmente calor extremo y sequías.
El norte del continente de África y en Asia occidental en particular se ven gravemente afectados por la escasez de agua, pero se espera que la crisis hídrica se extienda a Pakistán, India, China, el sur de África y el oeste de Sudamérica en los próximos 25 años. Fenómenos de calor extremo como los de India y Tailandia o sequías persistentes como las de Bogotá, Colombia, ya están indicando que las condiciones están empeorando.
Los científicos también han podido demostrar que en el 20% de los países más afectados por la pobreza se producen fenómenos meteorológicos extremos, como sequías repentinas o lluvias intensas.
La escasez de agua pone en peligro la estabilidad social
Según el Informe de las Naciones Unidas sobre el desarrollo de los recursos hídricos 2024, más de 1.400 millones de personas se vieron afectadas por sequías entre 2002 y 2021. Aproximadamente la mitad de la población mundial sufre una grave escasez de agua al menos algunas veces al año, mientras que una cuarta parte de la población se enfrenta a niveles extremadamente altos de escasez de agua. Según las previsiones, el cambio climático aumentará la frecuencia y la gravedad de estos fenómenos, lo que supone una grave amenaza para la estabilidad social.
La escasez de agua provoca en primer lugar el deterioro de las condiciones de vida, lo que lleva a una mayor inseguridad alimentaria y riesgos para la salud. La escasez de agua también afecta el desarrollo social, particularmente el de las niñas y las mujeres.
Como recolectoras primarias de agua en áreas rurales, el acceso limitado a los suministros de agua significa que la tarea de varias horas cada día se vuelve aún más onerosa y socava la educación, la participación económica y la seguridad de las mujeres.
La falta de suministro de agua potable también ha sido identificada como una de las causas de la migración. El desplazamiento puede, a su vez, contribuir a la inseguridad hídrica al ejercer una presión adicional sobre los sistemas y recursos hídricos en las zonas de asentamiento, avivando así las tensiones sociales. Un estudio realizado en Somalia muestra un aumento del 200 % en la violencia de género contra las personas desplazadas.
La escasez de agua puede aumentar el riesgo de conflicto. En el Sahel, la destrucción de los humedales -a menudo debido a proyectos de desarrollo hídrico desacertados- ha exacerbado las disputas locales sobre el acceso al agua y a las tierras fértiles y ha generado tensiones.
Los recursos transfronterizos de agua dulce necesitan acuerdos justos
Si bien aproximadamente el 40% de la población mundial vive en cuencas de ríos y lagos transfronterizos, sólo una quinta parte de los países ha establecido acuerdos transfronterizos para gestionar de manera justa estos recursos compartidos.
África sigue siendo particularmente vulnerable a las tensiones interestatales por el agua: 19 de los 22 estados encuestados sufren escasez de agua y dos tercios de los recursos de agua dulce del continente son transfronterizos. De los 106 acuíferos transfronterizos cartografiados en África, la cooperación intergubernamental sólo se ha formalizado en siete casos.
“El agua, cuando se gestiona de manera sostenible y justa, puede ser una fuente de paz y prosperidad”, dice Álvaro Lario, Presidente del Fondo Internacional de Desarrollo Agrícola (FIDA) y Presidente de ONU-Agua. Al mismo tiempo, también es la base de la agricultura, que todavía representa la base socioeconómica de la vida de miles de millones de personas.
En este contexto, la cooperación en materia de gestión de aguas transfronterizas representa una palanca fuerte, si no la única, para mantener la paz.