¡Impacto! Acuífero de Santiago perdió 67 lagunas de Aculeo en 1 década
El gran almacén de agua subterránea en la cuenca metropolitana disminuyó su nivel, en promedio, unos 20 metros entre 2010 y 2020. “Ya pasamos la línea roja, esto no nos va a durar mucho” advierte Christian Herrera, hidrólogo jefe del CIDEH.
La escasez de precipitaciones y el bajo caudal de los ríos son temas de preocupación —incluso luego de las intensas lluvias que vivimos en el centro y sur del país— ante la opción de racionamiento de agua potable en el Gran Santiago durante la próxima temporada primavera-verano. Pero ¿alguien se ha detenido a pensar qué ocurre con el nivel de las aguas subterráneas?
Claro, las acciones más inmediatas de las empresas sanitarias se centran en perforar más pozos para complementar la falta de agua del Mapocho y del Maipo, y lo propio hacen la agricultura, la industria, la minería, las parcelas de agrado, en fin. Si no hay agua en la superficie, entonces, a cavar para extraerla desde las profundidades.
“Tenemos un almacén bastante grande por sus dimensiones, aguas que siempre se han utilizado en periodos de sequías normales. Pero ahora con esta situación, los niveles del acuífero en la última década (2010-2020) bajaron 20 metros en promedio. Esa es una media, porque hay zonas en dónde han disminuido 5 metros y en otras más de 40", detalla el hidrólogo, Christian Herrera, jefe del Centro de Investigación y Desarrollo de Ecosistemas Hídricos (CIDEH) de la Universidad Bernardo O’Higgins (UBO).
“Esto es mucho al compararlo con las décadas anteriores en que en promedio el nivel del acuífero bajaba 2 metros cada diez años. En general, desde que hay mediciones en la década del ‘60, siempre ha existido una baja en el nivel medio por el uso y la urbanización. El tema es que en la década recién pasada se incrementó 1.000%, es decir, de 2 a 20 metros”, afirma el experto.
¿A cuánta agua equivale eso aproximadamente? “A que ya no exista el agua de una superficie equivalente a 1.700 kilómetros cuadrados con una lámina de agua de 2 metros, o, más fácil de explicar aún, es como si el volumen de 67 lagunas de Aculeo o 17 embalses El Yeso se hayan perdido”, revela Herrera.
Las cifras descolocan, pero por qué no impactan masivamente. “Porque no vemos debajo de nuestros pies. Hay eventos que están sucediendo y la comunidad no se entera, ya que sólo se fija en los causes de los ríos. Pero, créanme que eso es ínfimo en comparación con lo que se ha perdido en el acuífero”, expresa el hidrólogo.
Para recuperar los 20 metros promedio que bajó el nivel del acuífero en Santiago tendría que llover intensamente, por lo menos, una década. En una década se agotó el doble del agua que en 50 años (10 metros). Impacta, ¿verdad?
Conociendo el acuífero
En la Región Metropolitana existe un gran acuífero de unos 1.700 kilómetros cuadrados de superficie con una profundidad que varía entre 200 y 400 metros. Esa es su dimensión aproximada, claro está. Los límites de este almacén de agua subterránea se sitúan cerca de Paine por el sur, Chacabuco por el norte, y desde la cordillera de la Costa hasta la precordillera de Los Andes.
Sobre este gran acuífero transitan los ríos Mapocho y Maipo. Y aunque hay algunos cerros islas que afloran del basamento rocoso hacia superficie, en general, se trata de un solo almacén de agua.
Christian Herrera explica que “la profundidad a la que se encuentra el agua es variable, por ejemplo, en el poniente de la región estaba a 5, 10 o 15 metros y para el sector oriente, como en Puente Alto, se encontraba a unos 40 metros en la década del ‘70. Ahora, hay sectores en que se encuentra a unos 120 o 140 metros. El descenso es gigantesco”.
Escasez de recarga
Las principales fuentes de recarga del acuífero, aparte de las precipitaciones, son los ríos Maipo y Mapocho. “Cuando sus causes bajan de la cordillera e ingresan a los valles sus aguan van infiltrándose desde sus lechos y alimentando esta napa. Los cuerpos de agua superficiales y subterráneos están conectados hidráulicamente”, ilustra el jefe de CIDEH.
La escasez de precipitaciones, la baja en los caudales de los ríos, el aumento del cemento debido a la urbanización (hasta se pavimentó parte del cauce del Mapocho), el menor riego a manto, y la mayor extracción están bajando los niveles del acuífero.
“La ciudad ha crecido tanto que se han tomado zonas que antes eran campos, en donde se regaba a manto transformándose en una recarga indirecta. Eso no ocurre en las urbes, ni si quiera cuando llueve ya que esa agua se direcciona por los colectores”, explica Christian Herrera de la UBO.
A lo anterior debemos sumar que mucha agricultura que antes usaba agua superficial, hoy, ante la escasez, está regando con aguas subterráneas.
“Lo normal en una cuenca es que los niveles oscilen, es decir, que bajen o que suban unos metros. El tema es que aquí sólo tiende a disminuir. Yo creo que ya pasamos la ‘línea roja’ con el acuífero. No se pueden dar fechas para su hipotético secamiento, pero no nos va a durar mucho. Estamos viviendo una sequía de agua subterránea y de la que nadie habla”, cierra el especialista.