Incendios forestales: Los factores que inciden en su veloz propagación
En Chile el 99,7% de estos siniestros son causados por la acción humana, pero más allá del origen hay otros elementos que aceleran su expansión. El viento es una de esas piezas clave.
Entre julio de 1963 y el mismo mes del año 2020, en Chile, los incendios forestales consumieron 3.356.758 hectáreas de vegetación, según los registros históricos de la Corporación Nacional Forestal (Conaf). Esto equivale, por ejemplo, a la superficie total de Bélgica, o la región de La Araucanía, o más del doble de la Metropolitana.
Este tipo de siniestros han aumentado tanto en número como en superficie afectada a partir de la década del 70. “Un incendio forestal es un fuego que, cualquiera sea su origen y con peligro o daño a las personas, la propiedad o el ambiente, se propaga sin control en terrenos rurales, a través de vegetación leñosa, arbustiva o herbácea, viva o muerta”, es como lo define Conaf.
Los factores naturales que influyen en la propagación y el impacto de los incendios forestales son:
- Sequedad de la vegetación (contenido de humedad y vegetación viva).
- Variables climáticas (viento, altas temperaturas, poca humedad, falta de lluvias).
- Disponibilidad de combustibles.
- Sequía prolongada.
- Inexistencia o inaccesibilidad de sistemas de alerta temprana.
En Chile, el 99,7% de los incendios forestales con causados el ser humano, ya sea por descuido, negligencia o intencionalidad. La temporada se extiende entre el 1 de julio y el 30 de junio del año siguiente.
Factores climáticos
En Chile, más de 3 millones de hectáreas de suelo están cubiertas por plantaciones forestales, básicamente pinos y eucaliptus, especies muy combustibles. Además, el país suma 14 años de sequía, la peor de su historia. Esta combinación es pésima al encontrarse con factores meteorológicos locales al momento de la propagación de un siniestro.
El elemento más temido ante el combate al fuego es el viento, el cual se intensifica durante las tardes de verano, ¿por qué? Hay varios factores, uno de ellos, es la diferencia de temperatura entre el mar (frío) y la tierra (cálido). A mayor disparidad de temperaturas, el viento es más intenso. Esta mayor diferencia se produce por las tardes, a la hora de las máximas, ya que el suelo se calienta (y se enfría) más rápido que el agua.
Otro factor que aporta vientos intensos en el centro-sur de Chile es el “surazo”, esa brisa intensa que proviene desde el suroeste generado por la circulación de la alta presión cálida que gira en el sentido contrario a las manecillas del reloj.
También tenemos el viento cálido que baja por la ladera de la cordillera de Los Andes, conocido como Puelche o Raco, el cual alienta las llamas cuando los incendios se ubican en la precordillera andina.
Y por último están los factores locales, como el geográfico, que influye en la creación de “corrientes” en los cajones, por ejemplo, de la cordillera de la costa o de Nahuelbuta. Eso sumado a que las altas temperaturas, originadas por el propio incendio, alientan la generación de vientos que soplan en diversas direcciones.
Factor 30-30-30
Temperaturas superiores a 30° Celsius, vientos superiores a 30 kilómetros por hora y humedad relativa del ambiente inferior al 30%. Este es el temido factor 30-30-30, el cual facilita la propagación de los incendios forestales, pero no es necesariamente un requisito para que las llamas abarquen una mayor superficie.
“Nosotros hicimos un análisis de peligrosidad y el 'Factor 30-30-30' no es necesario para generar o propagar los incendios forestales. El ejercicio lo realizamos en Laguna Verde (Valparaíso) con 18 grados Celcius de temperatura, 48% de humedad y vientos de 19 kilómetros por hora. Bajo esas condiciones, igual un incendio podría alcanzar una gran voracidad y afectar, incluso, a viviendas. De hecho, hace unos años tuvimos un incendio que quemó mil hectáreas en Aysén con temperaturas bajo cero, ahí, el principal factor fue el viento”, afirma Jorge Saavedra, jefe del Departamento de Desarrollo e Investigación de Incendios de Conaf.