La paradoja de los búnkeres para todos los ciudadanos en el país de neutralidad perpetua

¿Qué se conoce del origen de estas instalaciones subterráneas para el resguardo de la población suiza? ¿Cuál ha sido el destino de los búnkeres construidos en los últimos 60 años? Las respuestas y otras curiosidades las abordaremos en esta nota.

búnkeres Suiza
En Suiza, cada habitante dispone de un lugar de refugio por ley.

La reconocida neutralidad de Suiza ante cualquier conflicto bélico tiene su origen en el pacto firmado en 1516 con el Rey Francisco I de Francia, después de la derrota sufrida por el Ejército Helvético en la Batalla de Marignano. Este principio fue refrendado en 1815 durante el Congreso de Viena, que puso fin a varias décadas de conflictos entre naciones europeas.

La neutralidad e inviolabilidad del territorio suizo se ha mantenido hasta la actualidad. No obstante esta mínima posibilidad de verse involucrado en una guerra, desde 1963 la Ley Federal de Protección Civil dejó establecido que cada habitante debe disponer de un lugar en un refugio, al mismo tiempo que obligó a que las nuevas construcciones residenciales cuenten con una planta soterrada para protegerse de eventuales invasiones, catástrofes nucleares, químicas o naturales que pudieran ocurrir.

Los búnkeres “top”… sin vista a Los Alpes

En la ciudad de Lucerna se construyó en 1976 un búnker de 7 pisos bajo tierra, con capacidad para acoger 20.000 personas. Fue el refugio civil más grande del mundo en aquel momento. Contaba con tres generadores diésel para suministrar electricidad a un hospital, cocina central, lavandería, centro de operaciones, dormitorios y celdas de seguridad, además de un avanzado sistema de ventilación. En el 2006 se remodeló, y hoy permanece activo como refugio civil para 2.000 personas.

refugio Lucerna
Este refugio, ubicado en Lucerna, tiene siete niveles bajo tierra. El personal entraría a través del túnel de la imagen.

El búnker secreto “Opera 1102”, situado en Amsteg, se construyó durante la Segunda Guerra Mundial para alojar al Gobierno Federal ante una eventual invasión nazi. Afortunadamente hasta hoy no fue usado para los fines con que fue concebido, y desde el 2006 es usado como depósito de metales preciosos y objetos de valor por la compañía Swiss Gold Safe que ha construido bóvedas acorazadas protegidas con sistemas de seguridad de alta tecnología.

¿Qué está sucediendo con los búnkeres privados?

Hoy existen en Suiza más de 100 mil búnkeres en casas particulares con capacidad para un máximo de 7 personas. El pasado año el Gobierno presentó un programa para su eliminación gradual, pues ante los elevados costos de modernización de los sistemas de ventilación obsoletos, obligatorios por ley, el beneficio de mantenerlos es insignificante.

En el último lustro la cifra de refugios distribuidos por todo el territorio suizo asciende a 360 mil en casas, hospitales e instituciones, y otros 5 mil de uso público. Esto implica que los 8,77 millones de personas que viven en Suiza tienen una plaza asegurada.

Aunque desde hace 20 años solo las edificaciones con 38 o más módulos habitacionales deben contar con un búnker, el país helvético mantiene su política de “refugio para todos”, instaurada durante la Guerra Fría en el siglo XX.

¿Y con los búnkeres del Ejército qué ha sucedido?

Luego del inicio de la guerra en Ucrania, trascendió que el Ejército Suizo había detenido la venta de los 4.700 búnkeres en desuso, del total que tiene bajo su control en la actualidad.

sala búnker militar
En la imagen, se observa una antigua sala de control se ha conservado en un búnker de comando militar fuera de servicio.

La institución militar suiza llegó a disponer de 8.000 búnkeres construidos entre 1945 y 1991, de los que vendió al sector privado unos 1.800 refugios en la década del 90, que fueron convertidos en almacenes, museos, hoteles, depósitos de valores y el nuevo, y muy importante de cara al futuro, depósito de datos digitales.

La “caja de caudales” para la información digital del mundo

En uno de estos búnkeres, la empresa Deltalis guarda con celo los datos más sensibles de grandes instituciones como la farmacéutica Novartis, el gigante tecnológico Cisco Systems, el Deutsche Bank, y otros miles de clientes entre los que cuentan multinacionales, gobiernos y políticos.

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Este centro de datos a prueba de catástrofes, no aparece en mapas turísticos (aunque el Google Earth sí lo ubica) y es de muy difícil acceso geográfico, además de estar protegido con fuertes medidas de seguridad. Funciona con la precisión de un reloj suizo y es tan discreto como los bancos que siempre han sido el paraíso para muchos magnates. ¿Qué más se puede pedir para conservar el patrimonio mundial expresado en bytes?

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