¡Los estragos de la contaminación por plásticos suman y siguen! Estudio revela amenaza a la polinización de las flores
La investigación analizó los efectos de los microplásticos que son transportados por polinizadores y depositados en plantas. Aquí te explicamos lo que descubrieron y por qué esto causaría un impacto en los ecosistemas y la producción de cultivos.
Las imágenes de enormes islas de plástico flotando en diferentes océanos, o recientes descubrimientos de “rocas de plástico” en la isla de Trindade en Brasil parecen una pesadilla lejana, escenas de una película que nadie quiere ver. Lamentablemente la contaminación por este material sigue mostrando preocupantes consecuencias de las que no podemos hacer vista gorda.
Así lo demuestra un estudio chileno realizado por investigadores del Instituto de Ecología y Biodiversidad (IEB) y la Universidad Católica de Valparaíso (PUCV), donde usaron el berro cordillerano, una especie endémica de la Cordillera de Los Andes, para analizar fragmentos de polipropileno —el material más común para la fabricación de plásticos de un solo uso—, en el estigma, es decir, la región de la flor que funciona como puerta de entrada del polen.
Los resultados de esta relevante investigación dan luces claras sobre una nueva amenaza latente, ya que se demostró que este tipo de contaminación afecta la producción de semillas, alertando sobre posibles efectos en la polinización.
Pero ¿cómo llegan los microplásticos a las flores?
La protagonista de esta historia es Apis mellifera, más conocida como abeja de miel, esa de cuerpo negro y amarillo, amada y temida a la vez. Son ellas, junto a otros polinizadores, las encargadas de transportar los granos de polen de flor en flor, permitiendo la reproducción de las plantas, proceso conocido como polinización.
Estos insectos actúan como una especie de “imán” ¡Sí, leíste bien! El abdomen y espalda de las abejas está cubierto de pelos. Al volar, se produce una carga electrostática que atrae a las partículas de polen. Por desgracia, estudios internacionales han demostrado que también atrae partículas contaminantes como polímeros sintéticos.
Gracias a esta capacidad de “transportistas”, los científicos consideran a las abejas como un buen indicador para medir las partículas de plástico que hay en el ambiente —lo que se conoce como bioindicador—, por lo tanto también pueden entregar indicios del nivel de contaminación, ya que si se analizan sus patas y cuerpos a nivel microscópico es posible ver con claridad los fragmentos que movilizan.
Una advertencia que no podemos ignorar
El estudio del IEB y la PUCV arroja resultados que aparecen como un “tirón de orejas” que nos debería llevar a fortalecer las acciones responsables sobre el manejo de residuos plásticos. En un comunicado presentado por el IEB, Gastón Carvallo, investigador principal recalcó que el hallazgo realizado en su laboratorio es una alerta tanto para los ecosistemas terrestres como para la productividad de cultivos.
“Hay zonas que son mayor fuente de contaminación, como aquellas en las que hay muchos desechos agrícolas. El polipropileno suele abandonarse en vertederos ilegales, después de ser utilizado como cubiertas de invernaderos y mangueras en la agroindustria. Este material se empieza a descomponer y es liberado al medioambiente, llegando a las plantas cercanas”, explicó Carvallo.
La evidencia ya está sobre la mesa y depende de toda la sociedad hacer caso al llamado. Tal como explica el líder de esta investigación, enfatizando en que “a partir de estos resultados nos interesa poner una nota de advertencia. No significa que el plástico vaya a eliminar a las plantas de un día para otro, pero sí debemos estar conscientes de esta nueva amenaza”.