Nuevos avances en el pronóstico de la “caída” de la basura espacial
La pasada semana la corporación rusa SPP dio a conocer una nueva tecnología para predicción de los puntos de impacto de la basura espacial. Además, la empresa impulsa el desarrollo de sistemas para la detección de fragmentos de artefactos que orbitan nuestro planeta.
Durante el XV Salón Aeroespacial MAKS 2021, que desde el 20 de julio se celebra en la localidad rusa Zhukovski, la corporación rusa Sistemas de Fabricación de Instrumentos de Alta Precisión (SPP por sus siglas en ruso) ha propuesto a la agencia espacial de Rusia Roscosmos, equipar sus cohetes propulsores y satélites de una tecnología que han desarrollado para pronosticar, con alto grado de precisión, el lugar de impacto de estos artefactos espaciales al reingresar en la Tierra.
El sistema retroreflector tipo “pirámide” desarrollado por la SPP, tiene un peso de 40 gramos y está compuesto por cuatro reflectores de esquina. Las naves que viajen al espacio se equiparían con este dispositivo, que proporcionará datos durante su descenso de la órbita, con los que será posible determinar con exactitud el lugar de impacto en la superficie terrestre. Estos resultados contribuirán a los esfuerzos de varias instituciones científicas y agencias gubernamentales del mundo, que por años han trabajado en minimizar los efectos negativos que está ocasionando al Planeta el desarrollo de la carrera espacial.
También se dio a conocer que la SPP en colaboración con la Agencia Espacial Nacional de Sudáfrica (SANSA) pondrá en marcha a finales de 2021 una nueva estación terrestre para la detección de la “chatarra” espacial situada entre 120 y 40.000 Km de altura sobre la Tierra. La estación emplazada en el país más austral de África es la segunda de las cuatro estaciones optoelectrónicas desarrolladas en Rusia, sólo precedida por la operativa en Brasil desde el 2017, como parte del programa de alerta de situaciones peligrosas en el espacio exterior de la Tierra que lidera Roscosmos.
La actividad humana en el espacio exterior ha generado hasta hoy unas 9.200 toneladas de fragmentos de maquinarias y satélites inactivos, constituidos en unos 129 millones de objetos entre 1 mm y 10 cm, que orbitan alrededor de la Tierra a velocidades 10 veces superiores a la del sonido. De estos fragmentos unos 100 caen cada año en diversos lugares de la geografía mundial. Por lo que estamos ante dos grandes desafíos: no poner en peligro el acceso al espacio extraterrestre de las futuras generaciones que tendrían que atravesar una órbita llena de “obstáculos” y protegernos de catastróficas consecuencias del impacto de la creciente e incontrolada basura proveniente del espacio.
“Chatarra” en órbita y cambio climático: ¿se relacionan?
En la actualidad el problema de la basura espacial con la que tenemos que lidiar se ha tornado tan preocupante como el cambio climático. Pero además, desde el punto de vista de numerosos científicos que se reunieron en mayo de este año en la Conferencia Europea sobre Basura Espacial, el aumento del nivel de dióxido de carbono está reduciendo la densidad de la tropósfera, en la cual se incineran los desechos provenientes del espacio.
Al disminuir este efecto natural de desintegración de la “chatarra” espacial ésta podría aumentar su presencia hasta en 50 veces con relación a los valores actuales para el 2100. Estudios recientes confirman que la atmósfera es un gran aliado para enfrentar el desafío de los residuos que hemos ido dejando en el espacio. Es la relación armónica entre hombre y su entorno lo que permitirá un futuro en nuestra “casa”, desde donde podremos viajar a las estrellas.