Pingüino de la Antártica duerme once horas al día con su propio sistema de siestas, revela un nuevo estudio
Esta vez haremos un viaje científico hasta las latitudes altas del hemisferio sur para conocer la asombrosa hazaña que realizan los pingüinos barbijo con tal de proteger a sus crías.
La capacidad de un animal para interactuar de forma adaptativa con el entorno durante la vigilia depende del sueño, un estado de desconexión ambiental que se cree que realiza funciones restaurativas para el cerebro. En los seres humanos, la falta de sueño conduce a quedarse dormido, a la interrupción de la vigilia al cerrar los ojos por algunos segundo y a la desactivación de las redes cerebrales involucradas en la excitación.
Para dar respuesta a lo que está ocurriendo en el Polo Sur, un estudio publicado en Science investigó el sueño de pingüinos barbijo (Pygoscelis antarcticus) que anidan en la colonia expuesta a un ave depredadora llamada skúa parda (Stercorarius antarcticus), en la Isla Rey Jorge ubicada en la Antártica.
Durante la incubación, se sabe que las skúas pardas se alimentan de huevos de pingüinos, principalmente en el borde de la colonia. Como uno de los padres de los pingüinos debe cuidar los huevos o los polluelos continuamente, ya que su compañero está fuera en un viaje que dura varios días buscando alimento, se enfrenta al desafío de tener que dormir mientras protegen a sus crías. Además tienen que defender eficazmente su nido de los pingüinos intrusos.
Los microsueños que duran segundos suman más de 11 horas de sueño en los pingüinos barbijo
El equipo de investigación examinó el sueño de 14 pingüinos que incubaban huevos en una colonia a principios de diciembre 2019. Midieron la actividad relacionada con el sueño en ambos hemisferios cerebrales, el movimiento de los músculos del cuello, los movimientos corporales, la ubicación y tiempo de buceo.
En un subconjunto de aves se obtuvo grabaciones de video en el nido para registrar el comportamiento del sueño. En las grabaciones de video se observaron episodios de sueño con movimientos oculares rápidos, cierre de ojos y caída de la cabeza.
Los pingüinos exhibieron un comportamiento de anidación normal y los padres se turnaron para incubar durante un rango entre 5,52 y 64,3 horas para buscar alimento en el mar. En este sentido, los pingüinos realizaron de 1 a 9 viajes de alimentación, alcanzando en promedio una distancia de hasta 129 km desde la colonia, cuyas travesías registraron una duración de hasta 42 horas.
Las observaciones directas revelaron que las aves permanecieron tumbadas incubando durante horas, mientras estaban en el nido. El sueño se produjo estando de pie o acostados.
Lo que se registró en los microsueños de los pingüinos barbijo es un sistema sin precedentes
Aunque se sabe que los episodios de sueño de ondas lentas en las aves son cortos, en comparación con los mamíferos, la adquisición de estos episodios a través de miles de microsueños que duran solo 4 segundos no tiene precedentes, incluso entre los pingüinos. En esta dirección, los pingüinos emperador (Aptenodytes forsteri) en cautiverio y no reproductores también exhiben períodos de alternancia frecuente entre patrones de vigilia, llamados "somnolencia", que se asemejan a los microsueños observados en los pingüinos barbijo.
Dentro de los resultados se descubrió que el sueño de los pingüinos barbijo reproductores estaba muy fragmentado en todas las condiciones y posiciones en tierra. Esto podría reflejar un estado general de vigilancia antidepredador vinculado a permanecer en un estado fisiológico reproductivo.
Aunque las skúas pardas suelen cazar nidos en los límites de las colonias de pingüinos, no se descarta la posibilidad de que a veces también aterrizan en huecos dentro de la colonia. No obstante es probable que la presión de depredación fuera mayor en el borde de la colonia.
Si bien no se midió directamente el valor reparador de los microsueños, la gran inversión de los pingüinos de barbijo caracterizados por lapsos momentáneos potencialmente costosos en la vigilia visual (cerrar los ojos), y su capacidad de reproducirse con éxito a pesar de dormir de esta manera tan fragmentada, sugiere que los microsueños pueden cumplir algunas de las funciones reparadoras del sueño.
Referencia de la noticia
P.A. Libourel et al. Nesting chinstrap penguins accrue large quantities of sleep through seconds-long microsleeps. Science 382 (2023).