¿Qué es la brisa de mar? ¿Y de tierra?
Las brisas son unos de los elementos meteorológicos más conocidos por la población, aunque su proceso de formación es algo más complejo de lo que parece. Aquí te lo explicamos.
Las brisas térmicas son vientos locales cuyo origen está en la diferencia de temperatura entre las superficies marinas o lacustres y terrestres. Debido a estos gradientes, se producen movimientos verticales de las capas de aire que provocan vacíos y desequilibrios de presión.
Brisas marítima
Sin duda, son las más conocidas por todos. Durante el día la superficie terrestre se calienta más rápido que la marina, ya que el agua tiene una mayor inercia térmica y su temperatura sube y desciende más lentamente. El aire situado sobre la costa, más caliente, se vuelve menos denso y asciende.
Aquí entra en juego el aire más frío situado sobre la superficie del mar, cuya presión es más alta (es más pesado). Este aire tiende a ocupar el vacío dejado por el aire que ha ascendido sobre la costa, y el resultado de este proceso es la formación de un viento local que sopla de mar a tierra. De esta manera se origina durante el día la brisa marina.
A finales de primavera y a principios del verano es cuando las brisas suelen alcanzar su mayor intensidad, debido a la mayor diferencia de temperatura entre el mar y el continente, en ocasiones superior a los 5 ºC. En esta época la brisa puede penetrar hasta 50 kilómetros tierra adentro. Si las condiciones son adecuadas en altura y en superficie, puede ayudar en la generación de chubascos o tormentas.
En cambio, en el resto del año las brisas suelen ser más débiles al haber un menor gradiente térmico entre el mar y la tierra. Por otro lado, las brisas marinas tienden a soplar de forma paralela a la línea de costa por el efecto Coriolis. Tampoco hay que olvidar que la incidencia de estos vientos locales también está muy condicionada por la orografía y la disposición de la línea de costa o de la influencia de sistema de altas y bajas presiones.
Brisa de tierra
Durante la mañana y al atardecer hay un período de calma en el que las temperaturas del mar y la tierra se igualan. Por la noche el mecanismo se invierte. Debido a la menor capacidad calorífica de la superficie terrestre, la temperatura desciende rápidamente, algo que no ocurre en la superficie marina por su mayor inercia térmica.
Por tanto, el aire situado por encima del mar estará más caliente, y en consecuencia, será menos denso y ascenderá, pudiendo favorecer la aparición de nubosidad si las condiciones son adecuadas. El vacío que deja es ocupado por el aire procedente de tierra, más frío y pesado, originando un viento local que sopla de tierra a mar, calentándose en su descenso. En general es más débil que la brisa marina.
Chile: una larga y angosta franja de tierra de cara al Pacífico
Salvo la Región Metropolitana, todas las regiones en nuestro país tienen playas hacia el océano Pacífico. Aún así, los santiaguinos habrán sentido más de alguna vez el fuerte viento que se produce en las playas del litoral central entre las 14 y 16 horas. Coincidente con el periodo de temperaturas más altas, el viento surge para equilibrar la diferencia de calor que se produce entre el aire inmediatamente sobre la tierra y el mar.
Las brisas se producen a lo largo de todo Chile para compensar esta diferencia. El viento sopla más intenso donde la diferencia de temperatura es mayor. Por efecto de la cordillera de la Costa, el frente de brisa no alcanza a avanzar muchos kilómetros hacia el interior como en países y territorios donde la topografía costera más plana. A veces el aire marino logra cruzar hacia la depresión intermedia, pero lo hace cuando cuenta con la ayuda de la vaguada costera, un fenómeno independiente a las circulaciones locales.
En las zonas de los lagos también es posible sentir brisas lacustres, pero muchas veces, así como pasa con las brisas de tierra y mar, el efecto que ejerce la cordillera (y de las brisas de valle-montaña) es mucho más intenso y termina enmascarándolas.