Hipertensión: ¿cómo se relaciona con la meteorología?
¿Sabías que las condiciones ambientales afectan a las personas que padecen de hipertensión arterial? Te contamos cuál es la relación.
Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), se habla de hipertensión cuando la presión de la sangre en nuestros vasos sanguíneos es demasiado alta (de 140/90 mmHg o más). Es un problema frecuente que puede ser grave si no se trata.
Diagnóstico de hipertensión
Al medirnos la presión arterial se dan dos valores: el primero es la ‘tensión sistólica’ y corresponde al momento en que el corazón se contrae o late, mientras que el segundo, la ‘tensión diastólica’, representa la presión ejercida sobre los vasos cuando el corazón se relaja entre un latido y otro.
Para que un médico establezca el diagnóstico de hipertensión se han de tomar mediciones dos días distintos y en ambas lecturas la tensión sistólica ha de ser superior o igual a 140 mmHg y la diastólica superior o igual a 90 mmHg.
Causas de la hipertensión
Los factores que inciden en su aparición pueden ser de dos tipos: los ‘no modificables': como la edad, el género, la herencia o los antecedentes familiares, y por otro lado los ‘modificables’ tales como: la obesidad, el consumo excesivo de alcohol, el sedentarismo, una alimentación inadecuada con exceso de sodio, el uso de anticonceptivos orales, etc.
El control de estos factores tiene una gran importancia, ya que si se consideran, se puede reducir el riesgo de muerte. Además, los cambios repentinos de las condiciones meteorológicas también pueden afectar a los hipertensos.
Síntomas de hipertensión arterial
A veces, la hipertensión no causa síntomas y la única forma de detectarla es tomarse la presión sanguínea. Otras veces, la tensión arterial elevada puede causar dolor de cabeza, visión borrosa, dolor en el pecho y otros síntomas, dependiendo de cada individuo y la severidad del caso.
Existen síntomas más fuertes a los que se debe prestar mucha atención. Las personas que tienen la tensión arterial muy alta (de 180/120 mmHg, o más) pueden presentar: dolor intenso de cabeza, dolor en el pecho, mareos, dificultad para respirar, náuseas, vómitos, visión borrosa o cambios en la visión, ansiedad, confusión, pitidos en los oídos, hemorragia nasal, cambios en el ritmo cardíaco, etc.
Condiciones meteorológicas que afectan a los hipertensos
Además de los factores que ya mencionamos, la presión arterial también puede verse afectada por un cambio repentino en los patrones meteorológicos.
La inestabilidad atmosférica, la humedad y los aumentos repentinos de la presión atmosférica afectan principalmente al sistema cardiovascular. Algunas de estas variables meteorológicas afectan directamente a los vasos sanguíneos.
Relación con la temperatura
Diversos estudios de investigación concluyen en que, la presión arterial se eleva generalmente durante el invierno y desciende en el verano. Esto se debe a que las bajas temperaturas hacen que los vasos sanguíneos se contraigan temporalmente. Esa contracción hace que aumente la presión arterial porque se necesita más presión para hacer circular la sangre por las venas y arterias que se han estrechado.
Según el trabajo de investigación publicado en la revista North American Journal of Medical Sciences, existe una relación inversamente proporcional entre la presión sanguínea y la temperatura del ambiente.
Es muy importante divulgar esta conclusión científica entre los pacientes hipertensos, para que durante el período de bajas temperaturas los controles de su presión sean más rutinarios y evitar exponerse a las bajas temperaturas que les hacen daño.
Además, en invierno se da la ingesta de alimentos pesados más salados y bebidas alcohólicas y la reducción de la actividad física, todo eso favorece el aumento de la presión.
Durante el verano, las personas hipertensas por supuesto que también deben cuidar de su salud. La deshidratación por exceso de transpiración, así como fatiga, náuseas, dolor de cabeza, y en casos muy extremos desorientación, confusión, calambres musculares, pueden aparecer con mayor frecuencia.
Relación con la presión atmosférica
La columna de aire que rodea la Tierra afecta a todos los seres vivos, tal es así que los cambios en la presión atmosférica (presión barométrica), tiene efectos también sobre los hipertensos.
La presión atmosférica cambia (sube y baja) constantemente, según las condiciones meteorológicas, la época del año, y también la posición geográfica. Un cuerpo sano se adapta a esas fluctuaciones rápidamente y la persona no lo percibe, en cambio para los hipertensos y personas meteosensibles las reacciones del cuerpo pueden ser impredecibles.
Pacientes hipertensos/hipotensos (con alta/baja presión sanguínea), sienten la baja presión atmosférica, se sentirán somnolientos, mareados y cansados. Los pacientes hipertensos también sufrirán dolores articulares y de cabeza.
Investigaciones científicas muestran que con una disminución de la presión atmosférica abrupta, los pacientes hipertensos pueden sufrir un ataque de angina de pecho, por ejemplo.
Si la presión atmosférica cambia drásticamente en un periodo breve (en 2-3 horas), como pasa con el paso de un frente frío, por ejemplo, las personas pueden sentir problemas con su actividad cardiovascular, especialmente aquellos que padecen hipertensión arterial. Pueden sentir debilidad, náuseas, mareos y dolor de cabeza.
Por lo tanto, se le recomienda a las personas que padecen dependencia meteorológica que monitoreen frecuentemente su presión arterial en los momentos de bruscos descensos de temperatura y de presión atmosférica, como cuando ocurren tormentas o pasa un frente frío.
La presión arterial varía dependiendo del nivel de mar, la altitud (montaña), favorece el aumento de la tensión arterial, mientras que las estancias a nivel del mar ayuda a reducirla. Por eso no es recomendable el andinismo/alpinismo, por ejemplo, para los hipertensos.
Complicaciones de la hipertensión no controlada
Cuanto más alto es el nivel de presión, mayor es el riesgo de daño al corazón y a los vasos sanguíneos de órganos principales, como el cerebro y los riñones.
El exceso de presión puede endurecer las arterias, con lo que se reducirá el flujo de sangre y oxígeno que llega al corazón, la obstrucción o la rotura de las arterias que llevan la sangre y el oxígeno al cerebro, lo que provocaría un accidente cerebrovascular (ACV).
El aumento de la presión y la reducción del flujo sanguíneo pueden causar: dolor torácico, infarto de miocardio, insuficiencia cardiaca (cuando el corazón no puede bombear suficiente sangre y oxígeno a otros órganos vitales), y ritmo cardiaco irregular, que puede llevar a la muerte súbita.