Tiburones sobreviven hace ya casi dos décadas en el lago de un campo de golf
Un estudio sobre tiburones atrapados en un campo de golf, en Australia, genera dudas sobre la sobrevivencia de los mismos en aguas de baja salinidad.
Una investigación realizada por la Universidad Rurh de Bochum (Alemania) y publicada en la revista Marine and Fishery Science ha analizado datos científicos de seis tiburones sarda (Carcharhinus leucas) que, en 1996, quedaron atrapados en las aguas de un lago de un campo de golf cerca de Brisbane (Australia).
Según la revista National Geographic, la aparición de estos tiburones se debió a la crecida masiva de los ríos Logan y Albert, que no pudieron salir del lago al bajar el nivel del agua.
Permanecieron allí durante casi dos décadas gracias a los cuidados del personal del parque. Sin embargo, hasta entonces nunca se habían investigado sus consecuencias biológicas ni su adaptabilidad a hábitats de baja salinidad.
El tiburón sarda, también conocido como tiburón mielga o tiburón toro, tiene la capacidad de viajar grandes distancias y largos periodos de tiempo en masas de agua dulce de regiones tropicales, subtropicales y templadas de todo el mundo.
Su organismo se adapta a entornos de baja salinidad con costes metabólicos mínimos, en consonancia con las grandes migraciones comprobadas que realizan en las extensas masas de agua dulce de los ríos Amazonas, Misisipi y Zambeze.
¿Pero cuál es la clave del hecho?
Lo cierto es que algunas especies son capaces de vivir en agua dulce con altas concentraciones de sal.
Esto ocurre mediante un proceso interno llamado osmorregulación, que equilibra el organismo con el mundo exterior controlando los materiales disueltos en el cuerpo, mediante la acción de los riñones y las glándulas rectales, órganos especialmente adaptados para reciclar y retener la sal en el cuerpo, según los científicos.
¿Están mejor adaptadas las especies?
Estos tiburones sobrevivieron un periodo de 17 años en un entorno muy inhóspito para la mayoría de los tiburones, lo que demuestra su gran resistencia a los entornos de baja salinidad.
A raíz de esta investigación, los científicos descubrieron que su ritmo de crecimiento era más lento y que no se apareaban, lo que confirmó lo que los científicos sospechaban: que los tiburones evitan reproducirse en aguas de baja salinidad.
Sin embargo, existen casos similares, que podrían servir para conocer mejor la compleja biología de esta especie.