Tomografía a fósil de ictiosauria embarazada permite estudiar especie que vivió hace 131 millones de años atrás
El esqueleto de Fiona, un ejemplar fosilizado de una ictiosauria encontrada en 2009 en la Patagonia, conserva embriones intactos. El análisis con rayos X permite crear imágenes 3D detalladas de su cuerpo.

Atrapada en el suelo del glaciar Tyndall, en el Parque Nacional Torres del Paine, Fiona estuvo millones de años sin ser vista hasta 2009, cuando la paleontóloga Judith Pardo encontró su cuerpo fosilizado, perfectamente articulado en la piedra.
Además de los 4 metros de largo del cuerpo del reptil marino, que vivió hace 131 millones de años, el fósil tiene una particularidad: es el único perteneciente a una hembra preñada de la edad Valanginiana–Hauteriviana registrada y extraída en el planeta.
Solo en 2002, el fósil fue desenterrado y llevado hacia el laboratorio del Museo de Historia Natural de Río Seco, en Punta Arenas, para ser estudiado y luego exhibido. Pero en octubre de este año, una nueva etapa en la profundización de su análisis comenzó con la realización de una tomografía computarizada, un procedimiento médico que utiliza rayos X para crear imágenes detalladas del interior del cuerpo.

“Gracias a los resultados de la tomografía ahora podemos tener la anatomía completa del esqueleto, incluyendo las porciones que estaban aún contenidas en la roca. Esto nos permite realizar estudios paleobiológicos con mejor precisión, estudios tafonómicos (sobre el proceso de fosilización) y también mejorar la descripción taxonómica de la especie”, explica Judith Pardo, investigadora de la Universidad de Magallanes.
Nuevos datos sobre un espécimen único
El análisis, realizado en Punta Arenas con apoyo de la clínica IMET, permitirá estudiar la estructura ósea de Fiona, lo que es fundamental para avanzar en la preparación y conservación del fósil.

La paleontóloga que ha liderado la investigación desde el descubrimiento de Fiona, cuenta que hasta antes de la tomografía lo que conocían era la anatomía de parte de su cráneo (la parte posterior de la cabeza) y parte de sus fosas nasales y mandíbula. “También conocíamos una de sus aletas completas, su columna vertebral con costillas completas y parte del feto preservado. Todo eso nos permitió estudiar su anatomía y poder conocer su especie”, señala. Estos y más resultados serán detallados en un próximo paper.
La ictiosauria hoy se encuentra en el Museo de Historia Natural Río Seco y se está preparando para su exhibición permanente en el lugar. Las imágenes de alta resolución obtenidas facilitan su estudio y permiten mejorar las técnicas de restauración, apoyando la investigación científica y la conservación del fósil.

Además de investigadores nacionales, el fósil es estudiado por especialistas internacionales como la restauradora Cristina Gascó Martín, especialista en conservación paleontológica del Museo de Historia Natural de Stuttgart, Alemania, que participó en la excavación; e Irene Viscor-Pagués, del Museo de la Ciencia de Barcelona, en la reducción y preparación de los bloques fósiles.
“Antes de venir a Punta Arenas, le pedí a Judith que se realizara este procedimiento, para evaluar la mejor manera de preparar el fósil sin dañarlo. La tomografía no solo aporta datos científicos; también reduce los riesgos en el manejo del fósil. Ahora podemos organizar mejor los materiales para que sean accesibles y conservados correctamente”, explicó Gascó.
Técnicas de medicina para la ciencia
No es primera vez que una tomografía se utiliza para una investigación fuera de la medicina en Chile. En 1982, el Niño del Cerro El Plomo, fue estudiado con la misma técnica, lo que confirmó que el cuerpo momificado del niño inca no presenta golpes ni heridas traumáticas o condiciones patológicas que pudieran tener relación con la ceremonia o su muerte.
En 2016, el Museo Nacional de Historia Natural (MNHN) también lideró este escáner a 15 cuerpos de momias Chinchorro.
En 2019, un equipo del Departamento de Geología de la Universidad de Chile, realizó el análisis a testigos de sedimento marino, con el fin de obtener datos antes de abrirlos, para evitar alterar su estructura, y en 2021, el investigador Julio Rojas Vicencio, de la U. Católica del Norte, lideró un estudio que realizó una tomografía al cráneo fosilizado de un delfín del periodo mioceno (entre 5 y 23 millones de años atrás).