Tormentas estivales en la cordillera de los Andes: fenómenos meteorológicos que cruzan fronteras
Las tormentas estivales en la cordillera de los Andes, generadas por la interacción de calor, humedad y geografía, se desarrollan principalmente en Argentina. Aunque su impacto directo en Chile es limitado, sus efectos se perciben visualmente.
Durante el verano desde Santiago y diversas localidades de la precordillera o del valle, es posible observar distintos fenómenos que ocurren en la cordillera. Desde un imponente cúmulo de nubes sobre las cumbres hasta destellos aislados en el cielo nocturno, estas manifestaciones atmosféricas suelen llamar la atención de quienes disfrutan del paisaje andino.
Estos eventos están asociados a las tormentas convectivas que se generan en la vertiente oriental de los Andes. Durante la temporada estival, la combinación de altas temperaturas, humedad y la presencia de montañas favorece el desarrollo de nubes de gran desarrollo vertical, conocidas como cumulonimbus. Estas nubes pueden alcanzar alturas de más de 10 kilómetros y dar origen a tormentas eléctricas, lluvias intensas e incluso granizo.
¿Qué está ocurriendo en el lado Argentino?
Para entender mejor el origen de estas tormentas, es clave observar lo que sucede en el lado argentino de la cordillera. Durante el verano, la llanura facilita la acumulación de humedad, creando condiciones ideales para el desarrollo de tormentas convectivas.
El intenso calentamiento diurno del suelo genera corrientes ascendentes de aire cálido y húmedo, que al elevarse se enfrían y condensan, formando nubes de gran desarrollo vertical, conocidas como cumulonimbus.
Estas tormentas pueden alcanzar gran intensidad en provincias como Mendoza y San Juan, provocando lluvias torrenciales, actividad eléctrica frecuente e incluso caída de granizo. Además, sus efectos pueden impactar a la población y la infraestructura local, causando inundaciones, interrupciones en el suministro eléctrico y afectaciones en caminos y cultivos.
Importancia de estos fenómenos en Chile
Desde el lado chileno, estas tormentas suelen observarse a la distancia, ya que el aire seco en la vertiente occidental de los Andes dificulta su desarrollo en nuestro territorio. Sin embargo, sus efectos pueden percibirse de distintas maneras.
Por ejemplo, la actividad eléctrica puede extenderse visualmente hasta el cielo chileno, generando la impresión de relámpagos aislados en la noche. Además, durante el verano es posible notar cómo los topes de las nubes van creciendo a lo largo del día, aumentando su tamaño conforme avanza la tarde.
Si bien las tormentas convectivas en la cordillera son fenómenos naturales recurrentes, es importante comprender su dinámica y sus posibles impactos. El monitoreo meteorológico y la comunicación de estos eventos permiten una mejor preparación ante sus efectos, especialmente en zonas cercanas a la montaña donde los cambios abruptos en el clima pueden representar riesgos.
Así que la próxima vez que observes esas imponentes nubes sobre la cordillera o los destellos en la noche, recuerda que no se trata de un fenómeno aislado o inexplicable, sino de la manifestación de procesos meteorológicos que cruzan fronteras y conectan a Chile y Argentina a través de la atmósfera compartida.
Referencias de la noticia
-Garreaud, R., y J. Rutllant, 1997. Precipitación estival en los Andes de Chile central: Aspectos climatológicos.
-Prensa Gobierno de Mendoza. Cómo se forman las tormentas convectivas y qué medidas de prevención tomar.