Viernes Santo: ¿por qué el día se hizo noche en la crucifixión de Jesús?
Tres de los evangelios canónicos describen que el cielo se oscureció en el momento de la crucifixión de Jesús, en pleno día. Analizamos la ocurrencia de un posible “eclipse de crucifixión”, y de otros fenómenos involucrados en las "tinieblas" del Viernes Santo.
Los textos en el evangelio de San Mateo, Marcos y Lucas (Mt. 27,45, Mc. 15,33, Lc. 23,45) tienen en común la mención de "las tinieblas que cubrieron toda la tierra desde la hora sexta hasta la nona" (en horas canónicas), o sea desde las doce del mediodía hasta las tres de la tarde, inmediatamente antes de la muerte de Jesús. El evangelio de Lucas interpreta las tinieblas como un eclipse de Sol, mientras que San Mateo agrega el fenómeno de un temblor en la tierra y la rajadura de rocas.
No ocurrió un eclipse solar
En el relato del Evangelio de San Lucas parece describirse al evento de la oscuridad como un eclipse, pero algunos escritores no cristianos han rechazado esta posibilidad.
Si pensamos en un eclipse de tipo solar, no podría haber ocurrido en (o cerca) de Pascua, dado que ese momento del año fue definido en base a la Luna Llena presente; sabemos que un eclipse solar es lógicamente incompatible con la Luna en fase Llena.
Además, no se puede responsabilizar a un eclipse total de Sol por ¡tres horas de oscuridad! En tal caso, el tiempo de ocultación máximo posible para un eclipse solar total visto desde la Tierra es de 7 minutos y 31,1 segundos. Por todo esto, se descarta la posibilidad del eclipse solar como el responsable de las "tinieblas" del Viernes Santo.
Colin Humphreys y W.G. Waddington, dos investigadores británicos de la Universidad de Oxford, explican que la referencia en el Evangelio de San Lucas a un eclipse “Solar” ha sido el resultado de un escriba que modificó erróneamente el texto de los manuscritos.
La fecha exacta de la crucifixión de Jesús
Para analizar lo que ocurrió en el cielo aquel Viernes Santo, es necesario repasar todo lo que se sabe hasta el momento sobre la verdadera fecha de la crucifixión de Jesús. Es muy difícil poder precisar esa fecha exacta, porque en aquella época existieron cambios arbitrarios en el calendario.
El pueblo judío había adoptado un calendario lunar, su año contenía doce meses lunares, pero como de esta manera se "perdían" once días por año solar era necesario corregirlo introduciendo un mes intercalar. Por eso, algunos años tenían trece meses, y al comienzo, lamentablemente, no existía una regla para la proclamación de ese mes extra.
Poncio Pilatos fue procurador de Judea entre los años 26 y 36 de la era cristiana, y se sabe que la crucifixión tuvo lugar durante su gobierno. Se busca entonces una respuesta analizando los escritos del Nuevo Testamento de la Biblia (los Evangelios), para deducir cuándo Jesús fue crucificado, si fue en la víspera o el mismo día de la Pascua judía, el viernes 14 o 15 del mes de Nisán (primer mes del año), analizando dentro de esa década de Pilatos.
Para aproximarnos al día se filtran aquellos que corresponden al 14 o 15 Nisán que hayan caído viernes, entre los años 26 y 36 de la era cristiana. Resultaron: el 11 de abril del año 27, el 7 de abril del año 30, el 3 de abril del año 33 y el 23 de abril del año 34. Se descartaron los años 27 y 34, por diferentes argumentos válidos que no vienen al caso especificar, pero fueron correcta e históricamente justificados. Quedan como opciones entonces los años 30 y 33.
En la publicación en la revista Nature, Humphreys y Waddington argumentaron que el año de la crucifixión es el 33, y por lo tanto la fecha correspondía al 3 de abril. Para afirmar esto se basaron en el libro de los Hechos de los Apóstoles (2,16-20). El Apóstol Pedro, refiriéndose a la crucifixión y resurrección de Cristo dice: “esto es lo dicho por el profeta Joel: “... El Sol se tornará tinieblas, y la Luna sangre, antes de que llegue el día del Señor, grande y manifiesto.” En ese momento se cree que cayó una “lluvia de polvo”.
Eclipse de Luna en la noche de la crucifixión de Jesús
Humphreys y Waddington proponen que en el libro de los Hechos de los Apóstoles se está hablando de una noche de eclipse de Luna, ya que en estos eventos astronómicos nuestro satélite natural se tiñe de color "rojo sangre". Justamente el 3 de abril del 33 d. C. ocurrió un eclipse parcial de Luna, y según el cálculo pudo ser justo en el momento en que la Luna se alzó sobre el horizonte, por eso lo vieron con mayor espectacularidad.
¿Tempestad de polvo durante la crucifixión de Jesús?
“El Sol se tornará tinieblas, y la Luna sangre, antes de que llegue el día del Señor, grande y manifiesto”, con el análisis de ese escrito los científicos e historiadores tendrían resuelta la fecha de la crucifixión como el 3 de abril del año 33, según los argumentos anteriores del eclipse de Luna. Pero, se siguen cuestionando qué ocurrió para que el Sol se tornara en tinieblas (ya descartado el eclipse solar).
Allí es cuando el fuerte viento 'Sharav', típico fenómeno meteorológico de la zona, toma protagonismo en las investigaciones. Este viento, caliente y seco, sopla fuerte, con ráfagas superiores a los 100 km/h, sobre la tierra de Israel desde el desierto. Durante la primavera y el otoño el norte de África y la Península Arábiga reciben la acción del Sharav, que es capaz de levantar p artículas de polvo y arena dejándolas en suspensión en el aire por un largo periodo, convirtiendo el día en noche y reduciendo la visibilidad drásticamente.
En el moderno Israel al Sharav también se lo conoce por su nombre arábico, Hasim o Jamsin (pronunciado Chamsin), que significa cincuenta, y se refiere a los cincuenta días entre Pésaj y Shavuot, la temporada más común donde ocurre este viento, que es entre marzo y mayo. Su intensidad puede alcanzar hasta aproximadamente 140 km/h, y una subida de la temperatura de hasta 20 °C en un lapso de dos horas.
Oscuridad en el cielo y temblor en la tierra
Aquí surge un nuevo interrogante, si durante esa tarde de la crucifixión de Jesús ocurrió una fuerte tempestad de polvo, aún la atmósfera podría estar atestada de arena en el atardecer-noche, y podría generar el típico efecto óptico que hace que la Luna se vea enrojecida (sin necesidad de un eclipse lunar, se vería de ese color). Ahí ya tenemos que replantearnos nuevamente la precisión sobre la fecha de muerte de Jesús, que había sido fijada según el eclipse de Luna del 3 de abril del año 33, puesto que con esta consigna podría tratarse de una Luna rojiza por acción de las partículas de polvo el otro día destacado como posible: el 7 de abril del año 30.
Algunos escritores explicaron la oscuridad de la crucifixión en términos de tormentas con grandes nubarrones, otros con las secuelas de una erupción volcánica, y hasta un trabajo del siglo XIX lo describió como la “oscuridad opresiva” y sugirió que este era un fenómeno típico relacionado con los sismos.
Según el Evangelio, cuando Jesús exhaló el espíritu, “tembló la tierra y las rocas se hendieron” (Mateo 27, 50-51). Muchos investigadores buscaron indicios de posibles movimientos de tierra fuertes en la zona en aquella época.
Por ejemplo, el geólogo Jeffeson Williams, del Supersonic Geophysical, y sus colegas Markus Schwab y Achim Brauer, del Centro de Investigación alemán de Geociencias, estudiaron el subsuelo de la playa de Ein Gedi, en la orilla oeste del Mar Muerto a 21 kilómetros de Jerusalén, donde encontraron sedimentos deformes que revelan que entre los años 26 y 36 d. C. ocurrió un gran sismo, justamente entre los años del gobierno de Poncio Pilatos en Judea, pero por el momento los avances no permiten determinar un año concreto para confirmar lo que dice el Evangelio.
¿Fenómeno natural o sobrenatural?
Como vemos, la naturaleza exacta del oscurecimiento del cielo en la crucifixión de Jesucristo ha sido objeto de muchos debates a lo largo de los años. Sin lugar a dudas, la muerte de Jesucristo ocupa un lugar importantísimo en la narrativa literaria del Evangelio, y el Viernes Santo es un día considerado sagrado para los cristianos de todo el mundo.
Algunos historiadores y científicos, teniendo en cuenta deducciones previas, han arribado a conclusiones científicas someras sobre el oscurecimiento del cielo en el momento de la crucifixión, así como también algunos estudiosos religiosos han sugerido que fue un fenómeno sobrenatural.
Según todos los creyentes, Dios envió la oscuridad para indicar su dolor por la crucifixión de su hijo. El oscurecimiento del cielo también puede ser visto como una señal divina para mostrar que Jesucristo es el verdadero Hijo de Dios. Independientemente de la explicación exacta para el oscurecimiento del cielo, la importancia en la crucifixión de Jesucristo no puede ser subestimada.