¿Y qué haremos con la contaminación espacial?
A la especie humana no le basta con contaminar su entorno terrestre y sobrepasa el límite atmosférico dejando su huella. Alrededor de 7.200 toneladas de basura espacial orbitan nuestro planeta, con gran peligro potencial. Por suerte, ya hay algunas iniciativas para minimizar sus impactos.
En la actualidad orbitan alrededor de la Tierra unos 29.000 objetos inutilizados con tamaños superiores a los 10 cm, además de cientos de miles más pequeños. La basura espacial orbita en el espacio exterior y puede colisionar con satélites, estaciones y naves en funcionamiento con consecuencias catastróficas.
La Agencia Espacial Europea (ESA) reporta cada año una media de 12 fragmentaciones accidentales en el espacio, tendencia que va en aumento. ¿Y cómo se genera esta “basura espacial”? Cuando ocurren colisiones, explosiones, problemas técnicos y desprendimientos de objetos en el cosmos, se generan fragmentos de materia que contaminan el entorno espacial. También si un satélite termina su vida útil en ocasiones pasa a ser parte de esta aglomeración de desechos.
Según el astrofísico estadounidense Jonathan McDowell, alrededor de la Tierra hay 7.200 toneladas de basura espacial. ¿Tienes idea de la magnitud de lo que todo esto implica? Tal vez, las palabras del director general de la ESA sirvan para explicar mejor el peligro que conlleva tantos fragmentos en el espacio: “Basta imaginar lo peligroso que sería navegar en alta mar si todos los barcos perdidos en la historia aún estuvieran flotando en el agua”.
¿Qué pasa con los satélites inoperantes?
Los satélites de órbitas bajas, cuando terminan su vida útil, ralentizan su velocidad hasta caer a la atmósfera y quemarse. Otros no tienen tal destino y, guiados por estaciones terrestres son desorbitados y destruidos, y sus restos terminan en un lugar conocido como el Cementerio de las naves espaciales del Pacífico Sur. A esta área deshabitada se le conoce como el Punto Nemo y es el lugar más alejado de cualquier tierra firme. Este proceso no pone en riesgo la vida humana, pero sí la de los ecosistemas marinos de la zona. Los satélites en órbita geoestacionaria terminan sus días en el cementerio espacial que queda a unos cientos de kilómetros por encima de ésta.
El peligro de tener basura orbitando
Debido a su velocidad orbital de hasta 56.000 km/h, los escombros que miden 1 cm pueden, al impactar, ocasionar graves daños, dejando inoperativa una nave espacial. Los objetos mayores a 10 cm pueden dar lugar a rupturas catastróficas, liberando una nube de desechos. Si los fragmentos ocasionados por colisiones chocan contra otros objetos, se generaría un entorno de escombros inestables en algunas regiones de la órbita terrestre. Este efecto cascada es conocido como “síndrome de Kessler”, por el astrónomo que lo concibió.
La primera colisión entre satélites artificiales ocurrió en 2009 entre el satélite ruso Cosmos 2251 y el estadounidense Iridium 33, ocasionando gran cantidad de desechos espaciales. Hace solo unos días se estimó la posibilidad de un choque entre un cohete chino y un satélite militar ruso, que pasaron a solo 12 metros el uno del otro, según informa el servicio de rastreo de basura espacial LeoLabs.
Aunque la probabilidad de desastre es baja, los precios de viajes espaciales están cayendo exponencialmente, por lo que cada año aumentan los lanzamientos y los riesgos de colisiones. El 6 de octubre de este año SpaceX llevó al espacio 60 pequeños satélites de comunicaciones Starlink que formarán parte de la megaconstelación para dar Internet satelital en todo el planeta. Otras multinacionales como Facebook y Amazon apuestan por su propia megaconstelación.
Uso sostenible del espacio
Hace un año se aprobó el proyecto ClearSpace-1 entre una empresa suiza de limpieza espacial y la ESA, para lanzar el primer satélite “cazador” en 2025 con el propósito de capturar un fragmento del cohete Vega, para desorbitarlo y desintegrarlo en la atmósfera. Este proyecto sentará las bases de futuras acciones para sacar de la órbita terrestre los desechos de artefactos espaciales.
Por su parte, los científicos de la NASA han diseñado a OSCAR (Captura y Eliminación de Naves Obsoletas) que llevará redes y amarras a bordo y trabajará en forma autónoma, con una mínima orientación desde la Tierra.
El entorno espacial es un recurso limitado y compartido: para su uso sostenible se deben poner en funcionamiento medidas de reducción, teniendo en cuenta que no existen reglas formales para responsabilizar a los operadores de satélites por la creación de escombros.